miércoles, marzo 01, 2006

Sueltos

Las cagadas de las moscas se mezclan con la celulosa en los libros. Ambos materiales se pudren juntos (cagadas y plantas muertas) y dan ese hermoso olor a las librerías de viejo.

Voy a sacar a pasear a mi diafragma, a ver si consigo expulsar las polillas que se han alojado entre él y mi estómago.

Un amigo, querido amigo, era tan poco dueño de su voluntad que esnifaba hasta los etcéteras.

Casi se podían oír sus pensamientos saliendo por sus orejas y cayendo hasta el suelo. Sería la demencia senil, pensó.

Se sentía enamorado y feliz. Lástima que tuviera que pagar a su mujer para poder verla a través de una cámara.

Los escritores hablan con las manos como los ciegos, pero también lo hacen los masajistas y no por ello se les envidia (ni a los masajistas ni a los ciegos).

Pero para qué esta puta costumbre de mierda, se preguntó el monje budista en plena meditación.

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