lunes, mayo 29, 2006

Parásito

Hace tiempo que sé que mi estómago cría un parásito que se alimenta de libros. Cuando era joven y el parásito apenas tenía algún año, gustaba de las encuadernaciones en pasta dura y coloreada propias de los años setenta. Más tarde empezó a devorar novelas policíacas en ediciones baratas, clásicos del terror y el misterio y novelas fugazmente eróticas en las que me obligaba a marcar los pasajes más tórridos doblando la página. No sé por qué me obligaba a hacer aquello, la verdad, si el que acababa masturbándose con aquellas páginas llenas de encuentros mojados era yo. Pero el parásito siempre ha tenido vida propia y nunca me ha consultado las decisiones que ha tomado.

A medida que el tiempo fue pasando, el organismo, al igual que su anfitrión, se fue volviendo cada vez más sibarita. Cuestión de edad, supongo. Y así, de la misma manera que yo aprecio mucho más el foie de oca regado con vino blanco francés que el paté de cerdo, el parásito empezó a encontrar trucos en novelas que antes le habían parecido aceptables; la carne de vacuno argentina tuvo su correlato en la metaliteratura y en los clásicos; el vino de reserva en el ensayo y la crítica literaria; el whisky de malta en la poesía.

Ahora paso tanto tiempo mirando la sección de delicias del supermercado como espigando títulos en catálogos editoriales.

Definitivamente, todo era mucho más fácil antes.

Y más barato.

miércoles, mayo 24, 2006

Vejez de Lope

Una vez más, salió a contemplar el huerto. Aquel rayo había acabado con el manzano, la niña de sus ojos en el pequeño jardín de su casa. Parecía que el destino se estaba cebando en él. Ahora que (ya viejo y sin atractivo, con lo que había sido para las mujeres) su único consuelo era la jardinería y ver crecer las flores, ahora esto.

Recordaba una ristra de margaritas blancas enredadas en el pelo de Elena (Elena, siempre Elena, 50 años después, todavía Elena). ¿Cómo pudiste hacerme aquello?, ¿cómo pudiste abandonarme, dejarme por otro, a mí que sembré el mundo de versos en tu honor?. Maldita arpía sin corazón, bacante desalmada. Puta.

Pero cómo no acordarse de tu piel morena, de la sombra de bozo que oscurecía graciosamente tu labio superior, de tus ojos negros, de tu cuerpo flexible y delgado como un junco, de los huesos de tus caderas que dejaban aquel hueco donde me gustaba posar la lengua. De tus recovecos. De aquellas axilas y corvas que me gustaba besar sin prisa. ¿Cómo no hacerlo?. Ahora que todo ha pasado, ahora que hace tanto tiempo que todo ha pasado, recuerdo mejor tu cara que la de la última mujer que pasó por mi cama. Tu recuerdo permanece, Elena.

Igual tengo suerte y vuelvo a verte en la otra vida. Mi amor.

lunes, mayo 22, 2006

Pellejo

Andrés no sabía por qué hoy tenía encajados en la boca del estómago ciertos presentimientos funestos. Sería la astenia primaveral o el calor inesperado, se dijo. Sería lo que fuera, no lo sabía. Pero la sensación de no encontrarse a gusto en su pellejo le llevaba acompañando desde que se había levantado por la mañana. Le daba la impresión de que hoy le quedaba un poco grande.

Si fuera una serpiente, me daría exactamente lo mismo, reflexionó, se cambia de piel y fuera, pero es que voy a tener que aguantar con el mío y espero, además, aguantar durante mucho tiempo. Así que decidió ir a una clínica de cirugía estética para que le recortaran lo que sobraba.

Siempre sale más a cuenta modificar la cubierta de las cosas que andar trasteando en la maquinaria.

jueves, mayo 18, 2006

Felicidad

Dicen que la clave para pasar por el mundo con algo de conciencia (conciencia de que estamos pasando por él: la felicidad posible) es vivir el momento presente, disfrutarlo y sacarle el jugo como si se tratara de una naranja que te metes en la boca y de la que escupes los restos (la piel blanca y áspera, las pepitas, lo que sobra, lo demás) después de sacarle todo lo que puedes. Advertir esos momentos en los que no nos cambiaríamos por nadie.

Dicen también que la felicidad a la que podemos aspirar debe ser vacía y blanca, desnuda y despojada de apetitos. Serena. Nada pierde quien nada espera.

Qué raro que a ambas cosas se las pueda llamar de la misma manera, ¿no?

miércoles, mayo 17, 2006

Gusano

Según una de esas notas al pie que son la hojarasca de la historia: La imagen de la conciencia como un gusano que roía el interior del hombre era frecuente en los escritos religiosos de la segunda mitad del siglo XVI español.

Lo que no deja de ser curioso porque, según aprendimos (pobres y culpables niños educados en la cultura católica), era nuestra conciencia la que nos impedía ser como los animales. Y por lo visto era un gusano que nos devoraba.

No sé por qué, pero no me sorprende.

viernes, mayo 12, 2006

Flujo de conciencia

Qué bueno ser bueno y mirar con ojos de amor a todo el mundo, aunque los demás sean unos grandísimos hijos de la gran puta y en realidad estemos aquí, todos caminando ciegos sin vernos y todos seamos islas y tienes suerte si perteneces a un archipiélago y no eres una miserable y triste isla aislada, desforestada, sin vegetación y sin caza, en la que los indígenas han sido tan estúpidos como para emplear todas sus fuerzas en esculpir unas gigantescas y extrañas cabezas.

Quién comprende, además, la disociación del mundo, quién no aprecia este torbellino, esta gigantesca estructura, este sistema que llamamos realidad en el que acaban de descubrir una nebulosa que tiene forma de doble hélice de ADN, y qué me estáis contando: una inteligencia creadora capaz de atender a los pequeños detalles, que pensó hasta en la nebulosa con la estructura de la vida, debe ser fantástico ser Dios omnipotente y divertirse.

Y qué me dices de este procedimiento casi surrealista de dejar que fluyan las ideas sin ponerles cortapisas y escribirlas sin pensar en la corrección, ni en el estilo, sin introducir diálogos pretendidamente naturales y frescos, intentando lo único que podemos hacer: pensar que si pudiéramos escribir el relato secreto que lo controla todo realmente encontraríamos un sentido a este absurdo sitio, tan raro, tan lleno de ojos y personas y pendientes y árboles y millones y millones de bicicletas chinas.

Por ejemplo.

jueves, mayo 11, 2006

Gota

Ayer, después de levantarse, pensando en dormir más en el futuro, como hacía siempre, descubrió una mancha de sangre en la cama.
Buscó durante mucho tiempo el origen de la sangre. Sin resultado. Ninguna herida, ni siquiera un rasguño. Al llevar más de dos años sin acostarse con nadie, también descartó el motivo más obvio.
Se fue al trabajo pero no pudo quitarse de la cabeza la maldita mancha durante toda la mañana. Al pensar en su ridícula obsesión doméstica se había sentido inquieto, como cuando olvidamos en algún lugar de la casa algo que llevamos en las manos y que después, cuando realmente lo necesitamos, no conseguimos encontrar.
Más tarde, volvió casa y quitó las sábanas para lavarlas, y, como es lógico, la mancha seguía estando allí. Reseca y con los bordes más oscuros, pero allí.

Hoy son dos manchas. Ya no sabe que pensar.

miércoles, mayo 10, 2006

En construcción

Un buen día, Andrés llegó a la conclusión de que un nuevo candidato había ganado las últimas elecciones en su cabeza y había desalojado al anterior inquilino. Lo notaba en las cosas nuevas que pensaba, en las nuevas sensaciones. Eso sí, a veces, el anterior primer ministro volvía a ver como iba todo y se retiraba con la mirada preocupada moviendo pensativamente de un lado a otro la cabeza.

Andrés no sabía cuál de los dos candidatos le gustaba más. El de ahora le sorprendía y quizá eso fuera suficiente para desear que por ahora se mantuviera en el primer puesto del consejo de ministros (aquella república necesitaba una renovación, llevaba demasiado tiempo paralizada y funcionando por inercia), pero al otro le tenía el cariño propio de los años compartidos.

Toda la prensa especializada comentaba que, por ahora, el nuevo presidente encabezaba las encuestas, pero que el candidato vencido seguía ahí, maniobrando, tejiendo alianzas, levantando rumores, trabajando para volver a disfrutar de los privilegios propios de su antiguo cargo. Las próximas elecciones podían tener un resultado diferente.

A él, sin embargo, lo que le interesaba de verdad era vivir. Y al carajo la política neuronal.

martes, mayo 09, 2006

Antología mínima IV

[...]
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado.
[...]

Quevedo, "Represéntase la brevedad de lo que se vive y cuán nada parece lo que se vivió"


Con diferencia tal, con gracia tanta
aquel ruiseñor llora, que sospecho
que tiene otros cien mil dentro del pecho
[...]

Góngora. Soneto 21. Mito de Filomena.


Y nada más. El silencio es el mejor recurso a veces.

domingo, mayo 07, 2006

Dumas

Leo en el periódico que, para escribir los tres mosqueteros, Alejandro Dumas, asesorado por un tal Auguste Maquet, se hizo con malas artes de un libro rarísimo escrito por Gateen Courtliz y que era una supuesta autobiografía de D'Artagnan.
La treta consistió en seducir a la hermana del bibliotecario donde estaba el libro en cuestión y en robarlo.

Todo un detalle de mosquetero, sí señor.

jueves, mayo 04, 2006

Roma

Roma es bella y, dependiendo de la calle que se recorra, decadente. Pero si vivir es aprender a perder con estilo, esta es la ciudad viva por excelencia. Para deteriorarse de esta manera hacen falta apenas tres milenios.

Pregunten, si no, a las mujeres romanas que pasan la cuarentena y a sus calles cubiertas de maleza en las esquinas. Aunque lo intenten, pocas ciudades pueden conseguirlo.

Ni por asomo.