viernes, julio 28, 2006

Muñones

Cuando Andrés descubrió que los clásicos de aventuras que había creído leer en su niñez eran versiones especiales, simples adaptaciones para niños, ya era demasiado tarde. Se le había pasado la edad de disfrutar con los libros de aventuras. Todavía ahora se siente traicionado.

Pero qué grande fue leer de un tirón La Isla Misteriosa de Julio Verne.

A pesar de estar leyendo un libro mutilado, no se cansó en toda la tarde de acariciar aquellos muñones.

jueves, julio 27, 2006

Duelo

Una de las escenas de duelo más emocionantes que recuerdo haber visto en una pantalla sucede en "De aquí a la eternidad" de Fred Zinnemann, esa película que narra las vidas de unos soldados en Hawaii justo en los meses anteriores al ataque a Pearl Harbor.

En ella, el personaje que interpreta Frank Sinatra muere debido a las palizas del sargento encargado de su custodia en la cárcel militar y Monty Clift toca silencio con la corneta en memoria del amigo muerto.

A quien no se le erice el vello cuando vea esa escena, debería buscarse el pulso. Igual está muerto y no se ha dado cuenta.

Pasa mucho.

miércoles, julio 26, 2006

Pacto

Hice un pacto con el diablo. Un buen día se me apareció en un sueño y me prometió fama y fortuna si yo le dejaba mi alma en un depósito a largo plazo que pudiera cobrar cuando me muriera. Y acepté.

Ahora estoy enfermo y aunque ya no recuerdo exactamente las condiciones del contrato, seguro que encuentro algún resquicio para evitar cumplir mi parte. No es agradable reconocer que no se es un hombre de palabra, pero mucho peor es condenarse para toda la eternidad.

Para algo soy secretario del colegio de notarios de Soria.

lunes, julio 24, 2006

Baena

¿La belleza está perdiendo su sitio?

R. La belleza es la vida, con toda su complejidad. Hasta los basureros con las gaviotas pueden ser bellos. Esa terrible imagen de las gaviotas... Antes eran unos seres que se identificaban con la belleza del mar y ahora se han desplazado hasta la basura. Puede cambiar el sentido que teníamos de la belleza, pero hay hermosura en cualquier cosa, por humilde que sea.

De una entrevista en El País a Pablo García Baena.


(...)

Pero sí, soy mayor
y amo aun lo que apenas si recuerdo:
la madrugada alta y su ginebra,
la nuca que termina en rizo último
entre mis dientes,
despertar con el alba y con el miedo
de no saber quién duerme entre las sábanas,
la ola blanca y fría dejándome en el cuerpo
la escarcha de los christmas,
su ventura augural del año nuevo.
Y a la mañana al sol, junto a la barca,
leer el mismo libro de mis días.

Edad. Pablo García Baena


Las gaviotas sobre el vertedero. El rizo entre los dientes. Dos imágenes y un homenaje mínimo a un viejo. García Baena. 83 años.

Ya me gustaría, ya.

viernes, julio 21, 2006

Necrológica I. Camboya

El líder del movimiento Jemer Rojo, Ta Mok, ha muerto. Fue responsable de la muerte de casi dos millones de personas durante los años 70, por lo que en Camboya se ha abierto una nueva sima, que conduce directamente al infierno y que está empedrada de cráneos.

No sé si alegrarse de la muerte de un hijo de puta me convierte en alguien sin corazón. Pero me alegro y me da igual. Un hijo de puta menos en el mundo.

Ahora, señora enlutada, a por los demás.

No será por falta de trabajo, no.

jueves, julio 20, 2006

Suicidio II

Hace falta valor para ser contrario a los nazis en la Hungría de la II Guerra Mundial y contrario a los comunistas en esa misma Hungría después de ser liberada por los soldados rusos. Hace falta valor para amar a la misma mujer, Lola, durante sesenta años. Valor para hacer los bártulos con casi cincuenta años e irse a Estados Unidos: un país infantil para alguien que se había criado en la refinada cultura centroeuropea de entreguerras.

Y sobre todo, hace falta mucho valor para pegarse un tiro con 89 años. Mucho valor porque los viejos se aferran a la vida con pasión. Hay que estar hecho de una pasta especial para irse elegantemente cuando se sabe que, después de una vida plena, la enfermedad te confina al hospital y a la dependencia. Parece fácil, pero no lo es. Supongo que muchos de los que estamos lejos de esa edad hemos pensado alguna vez que haríamos algo así si nos enteráramos de que tenemos una enfermedad incurable. Pero una cosa es pensarlo y otra hacerlo. Y con un tiro, además. Nada de barbitúricos. Coger una pistola, cargarla, apoyarla contra la cabeza y despedirse del mundo con estilo.

Pero creo que valor no le faltó nunca a Sándor Márai.

Ni talento literario tampoco.

lunes, julio 17, 2006

Steiner

Hay una especie de ventaja contradarwiniana en la multiplicidad de las lenguas: es la riqueza adaptativa de la humanidad. Asimismo, planteo la hipótesis de que ahí donde la vida material es muy pobre, las lenguas son de una riqueza prodigiosa, como la de los bosquimanos de África del Sur que cuenta con 25 subjuntivos (...)

George Steiner, de una entrevista en "El Cultural"

La pobreza material y la riqueza de la lengua en relación inversamente proporcional: una ventaja contradarwiniana. O sea, según el maestro, la evolución ha respondido en Suráfrica ofreciendo más herramientas para la imaginación que en otros sitios donde la realidad es más amable.

Curioso, ¿no?

sábado, julio 15, 2006

Crisis

Últimamente Andrés anda un poco descolocado con respecto al trabajo. Se preguntaba si tenía sentido lo que hacía. ¿Para qué servían todas estas horas delante de la pantalla del ordenador?. Y eso que siempre había conseguido no centrar su vida en el trabajo, ese lugar donde la envidia es el sano combustible que pone la maquinaria a funcionar.

Casi estaba seguro de estar pasando la crisis de los 30 (o la de los 40, ventajas de estar a medio camino). Así que empezó a darle vueltas a la idea de que quizá los libros de autoayuda fueran la solución. De hecho, tenía un amigo que después de leer la última novela de Paulo Coelho había conseguido una sonrisa beatífica exactamente igual que la de un subnormal que solía mirar mientras jugaban de pequeños.

Eso debía ser la felicidad.

jueves, julio 13, 2006

Digestión

“—Lo poético —dijo— es que las cosas salgan bien. Nuestra digestión, por ejemplo, que camina con una normalidad muda y sagrada: he ahí el fundamento de toda poesía.”

"El hombre que fue jueves". Chesterton

La digestión y la poesía, caminando de la mano con una normalidad muda y sagrada. Tiene gracia. Chesterton nos enseña una vez más que el humor y la literatura no sólo pueden ir juntos, sino que deben hacerlo, incluso a despecho de esos señores tan serios que sólo saben hablar de literatura como si fuera una penitencia. Bah.

martes, julio 11, 2006

Correo

Hace un tiempo recibí un correo electrónico con una foto de una chica rusa preciosa en el que, sin conocerme, se dirigía a mí en términos muy cariñosos. Como a mí este tipo de cosas no suelen sucederme, el correo me hizo mucha ilusión, la verdad, y durante días estuve dándole vueltas a la idea de contestarle. Aunque no soy imbécil y sabía que debía tratarse de una confusión, me resistía a dejar pasar la oportunidad. Al fin y al cabo, si el azar había puesto a mi alcance una preciosidad así, quizá fuera una estupidez dejarlo correr, así que, a pesar de pasar toda aquella semana con dudas, al final me decidí a escribirle un breve correo en el que le contaba un poco quién era yo y en el que me interesaba por ella, haciéndole preguntas sobre su vida. Pensaba que, como la gente tiende a estar más que dispuesta a hablar sobre ella misma, recibiría algún tipo de respuesta, pero durante días estuve esperando para nada.

Me decidí entonces a escribirle una segunda carta. Una segunda carta sin haber recibido respuesta a una primera es una jugada a vida o muerte. Si no consigues una respuesta en el segundo intento, puedes ir eliminando la dirección de correo, por lo que durante una semana completa no tuve otra cosa en la cabeza. El esfuerzo mereció la pena. Al final, todo hay que decirlo, me quedó bastante bien: una carta no demasiado larga, intensa y sincera.

Lo que pasó después fue que a partir del momento en el que pulsé el botón de envío, durante días no hice otra cosa que comprobar mi bandeja de entrada como un obseso. Pero es que aquella chica era realmente guapa. Seguro que al principio lo pasaría mal hasta acostumbrarse al clima y a estos horarios de locos, pero parecía tener una mirada inteligente, por lo que estaba seguro de que no tendría problemas de integración. Además, sabía español y seguro que siendo rusa, era ingeniera o algo así, algo que le permitiría ganarse bien la vida en España. Puede ser que Rusia hubiera sido un gran país en otros tiempos, pero ahora era un país miserable y tenía un clima horrible. España era, sin duda, la mejor opción: cualquiera en la situación de Nadia estaría encantada.

Por fin, un día la bandeja de entrada mostró el mensaje que esperaba: Bandeja de entrada (2), dos correos electrónicos sin leer. Seguro que, al fin, Nadia se había decidido a contestarme.
Pero, ahora, dos meses después, sé la verdad. En realidad, sólo fueron los primeros de los varios cientos que recibí y en los que se me ofrecía un aumento de pene.

Y de Nadia nunca volví a saber.

lunes, julio 10, 2006

Mister T (homenaje)

En las comunidades subterráneas las cosas son de otra manera. La falta de luz solar y los sedimentos de sobras han acabado por cambiar a la gente.
Así que emergen de vez en cuando, pálidos y con las venas azules transparentándoseles a través de la piel y toman una habitación en el hotel Chelsea o se dirigen a tiendas cercanas en las que, en lugar de comprar material de espeleología, tan práctico para mejorar sus condiciones de vida, se limitan a comprar loros por el mero placer de soltarlos y verlos volar, libres y verdes. Otra costumbre que tienen es celebrar sus cumpleaños en la superficie, siempre en el mismo sitio y con el mismo ritual hasta que se cumple la hora de marcharse. Me consta.

Estos habitantes sumergidos son esquivos y desaparecen con facilidad, aunque siempre se queden cuando pueden cazar una buena conversación; son extraños y líricos porque dicen cosas que no tienen sentido para nosotros como “la oscuridad es maternal” o “la esencia está debajo”; son subversivos y subterráneos y cargan sus baterías en las líneas de energía del metro. Son, en definitiva, los conocedores de una ciudad secreta que no podemos ni imaginar.

Pero de todos ellos, de todos los habitantes del subsuelo que conozco, el que más aprecio, al que le tengo más cariño, es, sin lugar a dudas, Mister T.

viernes, julio 07, 2006

Cabo

¿Cómo es posible que el desierto esté lleno de cantos rodados, que, como todos sabemos necesitan del agua (que los rueda) para convertirse en lo que son?
¿O que tenga ese atardecer rojo, que oscurece el ocre de la tierra y los arbustos y los cactos fortificados?. La luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo. Arde la playa al sol del poniente (directamente desde mis recuerdos pop).

La pureza de las líneas convierte los paisajes en imágenes en una pantalla de alta definición. Y el mar, paciente y confiado, muriendo en su cama después de recibir los sacramentos, como un hidalgo cristiano y en paz, acabando su vida en la playa sin ruido ni alharacas. Como un señor. Como a mí me gustaría hacerlo.

Escarabajos y arena sembrada de restos de plantas marcianas. Calor. Construcciones blancas de bordes redondeados, casi incrustadas en el paisaje, con jardines de chumberas y pitas. Aljibes para la sequía. Montañas en ropa interior (arbustos y chumbos, pitas y palmitos).

Eso es el cabo.

miércoles, julio 05, 2006

Ansia

De todas las frases que había conseguido escribir ayer, sólo una había permanecido. Como un madero emergiendo en la playa después de un naufragio desastroso.

Cabalgar el ansia. Esa era la frase. Cabalgar el ansia.

Le daba vueltas y no conseguía imaginarse por qué se le había ocurrido ni tampoco por qué no conseguía olvidarla.

Ansia. Asian. Nasia. Sania. In-sania.
Cabalgar. Cab-algar. Rabal-cag.

Quizá, tal y como cree la cábala, el mundo encuentre su sentido en los anagramas y las permutaciones de letras. Quizá todo esto no sea más que la expansión del aliento de Dios, que continúa, aún hoy, diciendo las palabras seminales que crearon este laberinto.

Un sitio donde a veces, sin embargo, damos con una combinación de letras que ilumina temporalmente el paisaje con una intensidad rara. Como la de una subida de tensión de la compañía eléctrica, capaz de fundir los focos halógenos, y reventar las pantallas de los televisores.

lunes, julio 03, 2006

Estampas

En el terrario pudo ver por primera vez a aquellos insectos translúcidos. Se habían vuelto transparentes y ciegos en las cuevas en las que vivían. Habían perdido la capacidad de volar o de nadar y su tamaño había aumentado.
Aquellas escolopendras mutantes lucían un cuerpo en el que, con la luz adecuada, se podían apreciar los fluidos circulando de arriba a abajo. Como cápsulas de neón nocturno. Como en esas imágenes aceleradas de los coches circulando por la noche. Así que pensó que estaría bien que al final fuéramos todos como ellas: translúcidos.

En el vertedero las gaviotas sobrevolaban la montaña de desperdicios buscando algo comestible. Como nosotros, se habían equivocado cambiando de dieta: del pescado fresco a los restos de pizza industrial.
Pero allí, mientras contemplaba la basura, pudo ver como las gaviotas se cortejaban unas a otras aprovechando las corrientes de aire caliente producto de la descomposición. ¿Acaso era aquel menos amor por suceder en el vertedero?.