Cuando era un adolescente, a veces pasaba la tarde en la peluquería de un amigo. Recordaba un objeto: las tijeras de entresacar, unas tijeras con un peine en una de las hojas que se utilizaban para descargar el volumen de pelo sin marcar el corte. Entresacar era la palabra que usaban.
No sabía por qué esa palabra le había acompañado durante su vida adulta y se había unido a su recuerdo de aquella época, pero aún hoy le sigue pareciendo una palabra extraña, como envuelta en papel de estraza. Como entretelas. O entraña.
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