viernes, agosto 12, 2005

Declaración

(pequeño homenaje a Conrad)

Lo confieso, señor juez, en otro tiempo, yo también me conté entre las depravadas huestes de los frecuentadores de garitos y de casas inmorales. Un nihilista moral absoluto. Un cochino frecuentador de garitos, eso es lo que yo era en otro tiempo, aunque ahora me avergüence reconocerlo, Su Señoría. Pero el Señor, en Su Infinita Misericordia, tuvo a bien enviarme una señal, a la que me aferré como un náufrago se aferra a un madero a la deriva.

Ahora, después de una juventud chapoteando en las peores charcas de inmundicia, soy un cristiano renacido y he comprendido mi misión.

jueves, agosto 11, 2005

La Espera

De La Espera de Borges:

Vio trágicas historias del hampa; éstas, sin duda, incluían errores, éstas, sin duda, incluían imágenes que también lo eran de su vida anterior; Villari no las advirtió porque la idea de una coincidencia entre el arte y la realidad era ajena a él. Dócilmente trataba de que le gustaran las cosas; quería adelantarse a la intención con que se las mostraban. A diferencia de quienes han leído novelas, no se veía nunca a sí mismo como un personaje del arte.

Justo eso. La última frase, otro dardo certero. Los que hemos leído novelas (y mucho más, los que aspiramos, quizá inútilmente, a escribirlas) nos podemos ver como protagonistas de una trama literaria. Es una de las facultades de la novela. La suspensión de la individualidad. Nos difuminamos (fade away, qué exacto que es el inglés, a veces) literalmente en la trama de la novela. De ahí que nos duelan tanto las palabras de Stevenson citadas por Borges. “Al final, un personaje no es más que una ristra de palabras”.

Pues no, señor Stevenson, pues no.

martes, agosto 09, 2005

Recuerdos

Es curioso como funciona la memoria. Cómo parecemos extraer los recuerdos del informe montón de cascotes que nuestra vida va depositando en nuestra cabeza. Cantos rodados amontonados de cualquier manera en las márgenes.
Quizá al final sólo seamos material de aluvión.

lunes, agosto 08, 2005

Beso

El bar estaba igual. Eso pensó cuando vio su entrada, igual que la recordaba. Más de veinte años y ni una sola reforma. Seguramente, los dueños habían conseguido ganar con el bar el dinero justo para mantenerlo en funcionamiento y nunca pensaron en reformarlo. Una clientela más o menos habitual de personas de mediana edad y chavales es busca de meter mano a su novia. Dos plantas y todo más ajado, todo más sucio, todo definitivamente anticuado. El lugar donde le habían besado de verdad por primera vez aún existía. Pareciera que el trabajo de mantener todos esos años el bar abierto lo habían hecho sólo para que él pudiera visitarlo. Después de que yo me vaya, imaginó, pondrán un triste cartel de venta en la puerta, aunque hayan tenido la delicadeza de permitirme contemplar el lugar por última vez.

Lo recordaba perfectamente. A él. Le habían dado un beso de verdad a él, no a cualquier otro de los de la pandilla del instituto. No a los demás, de los que admiraba la desenvoltura con todo aquello que les hiciera parecer más adultos. No. A él, que hubiera dado lo que fuera por cambiarse por alguno de sus amigos. Tan modernos, tan capaces con las chicas y todo lo demás. A él. Y se lo habían dado de verdad, no en una de esas ruedas de juegos de adolescentes en las que los menos agraciados conseguían su primer beso. De verdad. Ahí enfrente mientras tomaban una cerveza y sonaba la música. La chica, Esther se llamaba, le había besado y días más tarde le había recriminado que no le dijera que era su primer beso, le había dicho que le hubiera hecho mucha ilusión saberlo.

Cómo contar eso a tu primera chica de verdad, que además era mayor que tú: que era la primera, que eras un completo inexperto, que no tenías ni idea de chicas ni de besos ni de sexo. Que esa noche te costó trabajo dormir. La importancia de todo aquello para tí.

sábado, agosto 06, 2005

Fin

Acabo de leer que existe una página web cuyo servidor está conectado a una rana muerta. Lo fundamental es que los usuarios de la página pueden mover las ancas de la rana a distancia. Bendita electricidad. Por lo visto, formaba parte de una exposición mayor de eso que se ha dado en llamar net.art: “Experiments in Galvanism”.

No sé qué pensar. Quizá ha llegado el fin del mundo y no lo hemos advertido. Sutil y silencioso. Murmurando.

viernes, agosto 05, 2005

Entrañablemente

Entrañablemente: con sumo cariño, con la mayor ternura.
Entrañablemente. Entrañ-able-mente. Entraña.
Entraña, evolución de interanea, “intestinos” en latín.

El cariño y la entraña. Las palabras no mienten

Caminos

Un rápido apunte.

Una nota que lleva a una nota que lleva a una crítica que lleva a un autor: “Qué mamúa padre. The doors of perception, by Aldley Huxdoux. Get yourself a tiny bit of mescalina, brother, the rest is bliss and diarrhoea.” de Rayuela.

Descubro así que:

A Cortázar le gustan los anagramas.

Aldous Huxley escribió “The doors of perception” en la que habla de su experiencia con la mescalina. La distopía “Un mundo feliz” (Brave New World) que tanto ha inspirado a nuestros mayores (de la misma manera sutil e inconsciente que las películas de serie B de lo años 50 y 60 han inspirado a nuestros arquitectos) puede ser el resultado de una ensoñación paranoica empapada de mescalina. Esperamos que así sea. Este libro inspiró a Jim Morrison a la hora de buscar nombre para su grupo de música. Jim Morrison también murió empapado.

Tal y como nos muestra el comentario de Mario Benedetti, hay más hilos invisibles: “Casi todos los críticos que han comentado Rayuela, al hablar de la técnica del libro se han acordado de Eyeless in Gaza (Con los esclavos en la noria) de Aldous Huxley”

Julio Cortázar, Aldous Huxley y Jim Morrison formando parte de la entretejida historia de las referencias literarias.

Julio Cortázar, Aldous Huxley y Jim Morrison están muertos. Aunque no tenga importancia, dada la profesión que eligieron.

miércoles, agosto 03, 2005

Eco

Tal y como afirma Umberto Eco en “La búsqueda de la lengua perfecta”, la lengua perfecta debería ser omniefable, capaz de dar cuenta de toda nuestra experiencia, física y mental.

Y así, la labor del poeta desaparecería, por innecesaria. La metáfora, la intuición, la analogía dejarían de tener sentido y entonces, sí, seríamos como máquinas perfectas, pulidas y brillantes, listas para los mejores cálculos, para las mejores deducciones. Nos preguntaríamos en nuestra lengua perfecta por qué nuestro destino ha de ser tan arduo y lamentaríamos profundamente que toda esa fría belleza sirviera al cabo para alimentar la tierra.

Nosotros, perfectos y fríos humanos mortales.

martes, agosto 02, 2005

El oso

Cuando despertó, William Faulkner ya estaba allí:

Pero había sucedido. Se habían mirado el uno al otro, habían emergido ambos de la inmensidad salvaje y vieja como la tierra, sincronizados en aquel instante merced a algo más que la sangre que anima la carne y los huesos que sustentan el cuerpo; y se tocaron, y se comprometieron a algo, y afirmaron algo más duradero que la frágil urdimbre de huesos y carne que cualquier accidente podía aniquilar.”

O de cómo el encuentro entre un niño y un oso nos habla de lo que ya hemos perdido.