lunes, junio 22, 2015

Serpientes



Me he levantado raro. Lo primero que me ha venido a la memoria, (y no tengo ni idea de por qué, creo que tal vez estuviera soñando con él), es un antiguo conocido, de hace tres vidas, con el que trabajé hace mucho tiempo. Un gilipollas integral, machista, conservador y provinciano, que tenía un par de serpientes de buen tamaño a las que alimentaba con ratones vivos. Si ibas a su casa, y yo fui un par de veces (con veintitantos somos mucho más tolerantes con la estupidez), le encantaba enseñarte cómo la serpiente miraba fijamente al pobre ratón (tenía que estar vivo, los bichos eran delicados), que temblaba de miedo, justo antes de ser engullido. Un cortocircuito en el tapiz del universo. Vete a saber. 

Más tarde, el ir incorporándome a la vigilia se ha teñido de ese tipo de reflexión apenas consciente en el que evaluamos quiénes somos y nos permitimos durante un instante reflexionar sobre quiénes habríamos podido ser. En el que pensamos a qué nos dedicamos, qué hacemos de bueno. Un leve momento, nada en lo que haya profundizado ahora que ya he entendido que se trata de un curso ciego de pensamiento. 

A veces, el impulso de escribir es más fuerte cuanto más difícil de aprehender es la sensación que pretendes transmitir. 

Ahora estoy completamente despierto. Estoy seguro de que las serpientes murieron hace mucho. Aunque hasta entonces devoraron cientos de ratones.