miércoles, marzo 28, 2007

Piedra

Soy una piedra y no soy inmutable. Sólo inmóvil. El agua maldita me moja, se hiela y me hace daño. El agua es nuestro gran enemigo. El fuego no. El fuego nos transforma y nos modela, nos hace cambiar. Pero el agua arranca nuestros pequeños pedazos y los esparce por ahí como si pensara que no los vamos a echar de menos.

He tenido mala suerte. No he hecho nada malo para acabar formando parte de este planeta absurdo y lleno de vida verde. Pero aquí estoy.

Ojalá hubiera nacido en la Luna.

lunes, marzo 26, 2007

Negro

Andrés tenía un amigo senegalés. Negro, claro. Los africanos suelen serlo. A veces, cuando salía con él, podía notar el racismo por persona interpuesta. Porque su amigo era negro y además lo parecía. Tenía pequeñas trencitas en el pelo y era percusionista en un grupo de música africana. Y además, era bastante feo. Muy majo, pero bastante feo.

Alguien le había dicho hacía tiempo que con los tontos no se discute, que hay que huir de ellos, porque lo único que se puede conseguir es que se te pegue la tontería. Así que cuando notaba el racismo en un grupo, siempre se retiraba de ellos con aprensión.

Sin embargo, un día (por esas extrañas casualidades que se producen de vez en cuando), Andrés se despertó y lo primero que vio fue el color marrón del dorso de su mano. Pensó que probablemente siguiera durmiendo; no es posible cambiar de color durante la noche.
Pero a medida que pasaban los minutos, los contornos del mundo se hacían cada vez más nítidos y, sin embargo, aquel color permanecía. Cuando corrió hasta el espejo para comprobar su aspecto, descubrió que había despertado con los rasgos africanos de su amigo.

Y lo único que se le ocurrió pensar fue: Dios, me he convertido en un negro.

Un negro.

jueves, marzo 22, 2007

Irse

Antes solía pensar que irse de este mundo sin memoria era una broma cruel y funesta, que pasar toda la vida aprendiendo cosas para acabar olvidándolas era un sin sentido, que el olvido era algo que, de alguna manera, oscurecía aún más esta cápsula de incomprensión que rodea al mundo.

Ahora, sin embargo, pienso que recordar más vívidamente las cosas que sucedieron hace setenta años que las que sucedieron hace una semana es una manera de triunfar sobre el tiempo, que pasar los días durmiendo dulcemente en el sillón es un privilegio, que ir desaprendiendo las cosas aprendidas y acabar comportándose como un niño no es mala manera de irse.

Irse así es disolverse, difuminarse. En el blanco.

lunes, marzo 19, 2007

Tenis

Se levantaba cada día a las 6.00 de la mañana, desayunaba, hacía una hora de deporte y se marchaba al trabajo en el banco. Allí entraba con el coche en el aparcamiento y se dirigía a la planta décima del edificio, donde se encontraba la dirección. Era un buen gestor y estaba reconocido en el trabajo. Le pagaban muy bien y la gente se levantaba cuando entraba a las reuniones.

Cuando el departamento de personal organizó aquel campeonato de tenis, pensó que sería una buena oportunidad para conocer algo mejor a sus colaboradores habituales así que se apuntó sin dudarlo. Jugaría los martes y los jueves al tenis con su gente durante dos meses, lo que, sin duda, mejoraría el ambiente laboral.

Después de la primera derrota, que atribuyó a su falta de práctica, comenzó a tomar clases por las tardes. Después de la segunda, que atribuyó a su mala suerte, se tomo el entrenamiento mucho más en serio.

Cuando acabó el último del campeonato sin haber ganado ni un solo set, intentó no darle mucha importancia. Aceptaba ser el peor jugador de tenis del trabajo, por eso no había problema.

No obstante, despidió a todos sus subordinados y continuó con las clases de tenis.

miércoles, marzo 14, 2007

Memoria

Despertó e inmediatamente advirtió que no recordaba nada concreto de su vida. Sólo conseguía acordarse de cosas generales y vagas: que su país era España; que vivía en el centro de una ciudad del norte. Poco más.

Como no sabía si tenía que acudir al trabajo ni si tenía alguna obligación con la que cumplir, dedicó un par de horas a revisar su propia casa. Una casa pequeña, con un par de habitaciones: un dormitorio y lo que parecía un estudio con mesa de trabajo, ordenador y algunos libros, decorada con buen gusto y que parecía cómoda. Registró el estudio por encima buscando detalles personales pero no encontró facturas ni fotos. A continuación, echó un vistazo a los libros de la estantería del salón, más que nada para descubrir qué tipo de literatura le gustaba. Los libros eran bastante buenos.

Por la ventana podía ver un jardín bastante bien cuidado; su casa parecía un sitio agradable y bonito; le iba bien. Continuando con su inspección fue al cuarto de baño para revisar el tocador y por primera vez se preguntó si viviría con alguien. Aquellos productos de belleza femeninos no parecían propios de un hombre. También encontró parches de nicotina. Quizá fuera fumador y no lo recordara. Como no perdía nada por probar, después de asegurarse de que las llaves que había encontrado eran las de la casa, bajó a la calle y compró tabaco, pero el humo no le gustó nada y le produjo una tos bastante violenta. No parecía que los parches fueran suyos.

Abrió el ordenador con la intención de seguir reconstruyendo su propia vida pero sólo contenía el sistema operativo y algunos programas, como si estuviera recién comprado. Se preguntó si los discos que había encontrado en el salón, y que incluían música rock y algunos clásicos del jazz, serían suyos o de su mujer. Pero la verdad es que no supo responderse.

Sentado en la cama, mientras hojeaba los libros apilados en la mesilla, reparó en lo que parecía un diario. Un marcador de páginas sobresalía dividiendo el libro por la mitad, así que lo tomó entre las manos y lo abrió.

Era el diario de una mujer llamada María. La última anotación decía: "14 de Marzo. Creo que no voy a volver a verlo. Últimamente me da un poco de miedo".

martes, marzo 13, 2007

Magdalena

Aquel recuerdo era algo minúsculo, sin importancia: dos adolescentes fumando un cigarrillo a escondidas en una placita con bancos, ocultos por un seto; con aquella fuente que tenía un extraño sabor a grafito. Tan pequeño era que había ocupado un lugar insignificante y no se había movido de ahí en veinte años. Hasta que ahora una conversación lo había zarandeado y lo había hecho salir a la luz.

Al tirar de ese recuerdo petrificado (con ese aspecto de tronco calcáreo, de árbol de cueva), sin darse cuenta, había roto la base con la que se aferraba a su cabeza. Y por ese hueco habían salido muchos otros con los que ahora no sabía qué hacer.

Así que mientras lo decidía, y como les tenía cariño, los había cogido con cuidado (veinte años de inmovilidad atrofian la musculatura) y los había tendido aquí en esta página para que se fueran recuperando.

miércoles, marzo 07, 2007

Risas

Tenía un profesor que decía que el humor español estaba hecho de mala leche. Y para ilustrar su opinión contaba un chiste: "Un ciego en un paso de cebra está buscando con la mano a alguien que lo ayude a cruzar hasta que da con una persona con la que echa a andar con cuidado. El ciego se deja guiar y entonces, de repente, aparece un coche a toda velocidad que se los lleva por delante. Eran dos ciegos".

Y se echaba a reír con una risa socarrona y grave.

Y yo también. Y ustedes.

Confiésenlo.

martes, marzo 06, 2007

Tildes

Asistió a aquella lectura con dudas. Que desaparecieron cuando se dio cuenta de que el conferenciante tenía todas las tildes de la cara en los sitios equivocados.

Se levantó y se fue.

Llevar los acentos mal puestos en una lectura poética no tiene arreglo.

sábado, marzo 03, 2007

Cita

La cita siempre ha sido una manera de homenajear al autor de unas palabras que no creemos poder escribir mejor.

De hecho, lo dice mucho mejor Wallace Stevens en Adagia: "Las citas tienen un especial interés, ya que uno es incapaz de decir algo que no sean sus propias palabras, quienquiera que las haya escrito".

Y lo que más me gusta de ésta es que el hecho de utilizarla, la confirma.