Los barcos son inmensas estructuras de metal que, como todos los seres vivos, nacen, envejecen y mueren. Y van a morir a extensas playas de 6 kilómetros.
A los barcos les sucede como a los peces: se pueden considerar muertos en el momento que pierden el contacto con el agua y sus branquias dejan de filtrarla.
Todos sabemos que los peces tienen una memoria muy corta (tres segundos), pero de la memoria de los barcos, que yo sepa, aún no tenemos mucha idea. Lo que sí sabemos es que como en toda muerte, esa memoria, en caso de que existiera, se perdería irremisiblemente.
Pero, tengan o no tengan memoria, lo importante es el rito funerario. El rito consiste en desarmar pacientemente las tremendas moles de sus cuerpos: despiezar, cortar, desatornillar, aserrar, y más tarde, si es posible y el barco era donante de órganos, reutilizar.
No obstante, el esqueleto, como todo el mundo sabe, no sirve para los trasplantes, por lo que la caja torácica, los fémures y las falanges quedan allí, en el museo del salitre, en la extensa playa de 6 kilómetros, remojados por la brisa marina, como testimonio para futuros paleontólogos.
2 comentarios:
Javi, admiro tu capacidad de escribir textos tan conmovedores practicamente todos los días. Enhorabuena y gracias por compartirlos. Un abrazo.
Princesa,
¡Qué halago! La verdad es que me dejas sin palabras.
Muchas gracias,
Xavie
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