martes, enero 24, 2006

Murdock

William Murdock, inventor de la locomoción a vapor con veinte años de antelación con respecto al que luego acapararía los honores, Richard Trevithick, fue, a pesar de haber pasado a la historia en las notas al pie de página, alguien, a su modo, mucho más importante. En lugar de inventar la locomoción, inventó algo que cambió de forma más profunda y duradera el mundo; no el mundo físico, que, una vez inventada la locomotora, no volvió a ser el mismo, sino el espiritual.

William Murdock inventó la luz de gas en 1792. Y acabó para siempre con las sombras medievales propias de las velas y los candiles; con la imaginación propia del mundo antiguo donde lo natural era creer en hechizos y en brujas, es decir, creer en el cambio; y convirtió el mundo en lugar estable y definido donde la sombra que proyecta una silla por la noche siempre es igual a sí misma.

Y a pesar de disponer de una lámpara de gas en su lecho de muerte, una lámpara de gas que todo lo iluminaba sin trabas y sin trucos, Goethe no pudo evitar gritar: “Luz, más luz”, en el momento en que sintió que la vida se le escapaba por la boca.

2 comentarios:

Portarosa dijo...

Xavie, me ha encantado (encantado) este post. Felicidades.

La independiente dijo...

Gracias, Porto

Y reitero mis disculpas por lo del otro día. :-D

Un saludo,
Xavie