viernes, junio 30, 2006

Chino

En 1669 John Webb (An histórical essay endeavouring the probability that the language of the empire of China is the primitive language) avanza la idea de que Noé hubiera llegado con el Arca a China y se hubiera establecido allí después del Diluvio, de donde se deduciría la primacía de la lengua china. Los chinos no habrían participado en la construcción de la Torre de Babel, no se habrían visto afectados por la confusión y además habrían vivido durante siglos a salvo de las invasiones extranjeras, conservando de este modo su patrimonio lingüístico original.

La búsqueda de la lengua perfecta. Umberto Eco

Un texto la mar de sugestivo. El larguísimo título, tan propio de la época; la idea del chino como el idioma original de la humanidad, cedido por Dios a los hombres y la imagen del Arca de Noé reposando después del diluvio en una duna del desierto de Gobi no acaban de irse de mi cabeza.

Así que me he dicho: en lugar de en mi cabeza, lo voy a transcribir a mi memoria externa. Este blog, entre otras cosas.

martes, junio 27, 2006

Ámbar

Seguía el rastro químico de las exploradoras de la colonia moviendo coordinadamente las seis patas, una pequeña mota sobre aquellas troncos de helecho, metros y metros de arbustos húmedos. Pero a la vuelta de una hoja, una araña había tendido su trampa y se vio atrapada en ella.
Se dio cuenta de que iba a morir allí y aunque no le importara mucho, se debatió con aquel hilo pegajoso. El cerebro siempre intenta permanecer, por insignificante que sea su tamaño.
Sin embargo, aquel esfuerzo final sólo consiguió enredarla más en el hilo y alertar a la araña, que se puso en camino descolgándose desde un poco más arriba. Ahora sí que había llegado el fin, pero qué más daba: ni todas las arañas de aquel bosque podrían acabar con sus seis millones de hermanas.

Y entonces una gota de resina cayó del árbol en el que se encontraba y las atrapó a ambas, que murieron de asfixia.

A partir de aquel momento, el tiempo hizo lo que sabe hacer como nadie: pasar. El tiempo convirtió esa gota de resina en un fósil, acabó con los helechos y con los grandes árboles de la zona, movió de sitio los continentes, hizo avanzar el hielo, hizo avanzar el desierto, hizo que una especie de monos se pusiera de pie, que más tarde esos monos, ya sin pelo, crearan ciudades e imperios y que descubrieran muchas de aquellas gotas de resina, duras y quebradizas. Una civilización que había surgido a orillas del Mar Egeo le puso el nombre de élektron, otra que nació en los desiertos de Arabia le puso el de ámbar, lo que flota en el mar.

Y ahora, esa gota, con la araña y la hormiga en la misma posición en la que quedaron después de intentar librarse de aquella sustancia pegajosa 100 millones de años atrás, unida a una cadena de plata, está tocando la garganta de una mujer.

Lo que, teniendo en cuenta los apenas 80 o 90 años de paréntesis de la vida humana, no deja de tener su gracia.

viernes, junio 23, 2006

Arriba y abajo

Arriba
Vayamos a contemplar el espectáculo. Nos situaremos justo en el borde, con cuidado de no molestar que ya sabes que a él no le gusta nada que nos inmiscuyamos en sus funciones. Después de tanto tiempo esperando, creo que nos merecemos una entrada en primera fila, aunque eso suponga arriesgarnos a una reprimenda o a algo peor. Algún tipo de reconocimiento por todo el trabajo. Algo de gratitud, al menos, dijo A.

La resurrección de los muertos siempre ha sido lo más importante, estoy de acuerdo, el evento que lo justifica todo, pero la excitación de la función no debería hacernos olvidar lo que le pasó a Luzbel hace apenas algunos miles de millones de años, dijo B.


Abajo
Ya sé que los hombres vigilan a sus hijas para que no pueda conseguir lo que me propongo. Pero no se dan cuenta de que no es culpa mía, es mi naturaleza la que me empuja a hacer estas cosas. Justo para eso estoy en el mundo. En realidad, recuerdo cada hijo concebido con ellas, cada uno de sus rostros se me aparece en sueños. Pero no me creen porque soy un íncubo, aunque yo no tenga la culpa.

Quizá tenía que haber hecho caso a Gabriel, pero desde que aquel doctor Fausto consiguió engañarle, el jefe se ha vuelto muy suspicaz y no es nada fácil salir de aquí abajo.

jueves, junio 22, 2006

Intimidad

Intimidad: del latín intimus, -a, -um. Con significado etimológico “recóndito, que está en el fondo de algo, situado en lo más interno”.

Según parece, la intimidad es algo que está en el fondo de nosotros, tal y como ya sabían los latinos, por lo que para encontrar un yacimiento y explotarlo, los científicos recurren a las habituales técnicas de prospección: sondeos electromagnéticos, estudios sísmicos y mapas. Más tarde obtienen un registro geológico del corazón y después de un estudio minucioso de sus estratos, intentan predecir dónde encontrarla, algo que pueden hacer porque saben que es más probable hallarla en combinación con ciertos tipos específicos de sentimientos. Como cuando los rastros de petróleo indican la existencia de gas natural.

Según las publicaciones científicas del ramo, la intimidad suele presentarse entre la amistad y la comprensión, aunque a veces se puedan encontrar bolsas aisladas en otros lugares, como cuando la encontramos mezclada con el deseo. En cualquier caso es fácil de identificar porque responde a la prueba del silencio. Si dos desconocidos, después de aspirar una muestra, son capaces de estar en silencio durante más de cinco minutos, podemos pasar a la explotación del yacimiento.

Para explotar las reservas habrá que tener en cuenta que el principal problema de este gas es su extremada volatilidad, por lo que la técnica habitual es construir un conducto entre el corazón y las manos para consumirla a medida que se extrae. Las manos podrán acariciar o acompañar, abrazar o apoyar pero es recomendable hacer algo con ellas. En caso contrario, puede ocurrir que la concentración de intimidad acabe alcanzando las condiciones de presión y temperatura necesarias para provocar una implosión del corazón.

Que, como todos sabemos, a pesar de haber pasado las mismas pruebas de resistencia y seguridad que un reactor nuclear, no deja de ser una máquina falible en la que una mínima grieta puede acabar provocando un desastre.

martes, junio 20, 2006

Bukowsky

A veces leemos algo que sale de las tripas de un borracho apoyado en la barra de un bar de alterne, alguien que fuma y fuma y fuma, y bebe y bebe y bebe, y cuando pierde la lucidez necesaria para seguir escribiendo, para seguir poniendo una palabra detrás de otra, va al servicio, saca una papelina, se pone una raya sobre un espejito pequeño que siempre va con él, con cuidado de no tirarla, con la absurda concentración de los drogados, tan sólo para conseguir recuperar el control de sus propias manos y seguir así añadiendo capa de mierda tras capa de mierda sobre un papel en blanco, manchado de ceniza y whisky. Sí señor, con la dignidad de los destrozados y de los malheridos, de los que miran su propia autodestrucción como Nerón miraba Roma en el incendio, gente capaz de arder durante tres días seguidos si decidieran quemarse a lo bonzo. Jodidos pero poéticos en su caída.

Y cuando leemos eso que el borracho ha escrito, nos sentimos como si nos hubieramos estragado el estómago a base de ansiolíticos que se terminaron ayer y que no podemos reponer porque cuando intentamos pedir cita con el psiquiatra, el muy cabrón se ha largado a la playa con su secretaria veinte años más joven.

Así que nos decimos: recuérdate a ti mismo no volver a leer ni a Bukowsky ni a ninguno de esos mamones agazapados detrás de una máquina de escribir que sólo quieren exorcizarse en los tramos de lucidez que les dejan las drogas. Recuérdate que de un estómago así sólo puede surgir ácido clorhídrico.

Y aún así, vamos y los leemos y además nos gusta. Me pregunto si no será que en el fondo a todos nos fascina la contemplación del sufrimiento.

lunes, junio 19, 2006

Humor

—¿Todavía quieres ser escritor?
—Claro. ¿Y tú qué?
—También —contesté—, pero es bastante desesperanzador.
—¿Quieres decir que no eres lo suficientemente bueno?

—No, son ellos los que no son suficientemente buenos.

Bukowsky. En la senda del perdedor.


Todos los intelectuales hemos soñado con marcar un gol, pero no he conocido a ningún futbolista que sueñe con escribir el Ulises de James Joyce

Gonzalo Suárez.


Las citas le parecían divertidas. Claro que en el humor y en las perlas, las capas externas más brillantes tan sólo están ahí para recubrir una partícula muy densa y muy oscura.

Normalmente de mierda, claro.

viernes, junio 16, 2006

Análógico

Andrés llegó a la conclusión de que su cabeza funcionaba como una antigua televisión analógica. Se había decidido por las televisiones analógicas porque le parecían más humanas, con barriga y todo, y no como esos nuevos ingenios fríos que nos miran desde el centro del salón. Unos aparatos que no podían dejar de recordarle a esos ejecutivos, tan bien formados, con tanta educación y buenas maneras, que corrían todos los días 9 kilómetros sin fallar ni uno, delgados y con gafas de montura metálica pero que no movían una sola ceja al provocar una hambruna en Guatemala por un clic que hacía descender en picado el precio del café. Por ejemplo. Esos admirados contribuyentes a la cuenta de resultados.

Ese era uno de los motivos por el que se había decidido por la televisión analógica. Otro era el tubo de rayos catódicos y su haz de electrones a toda velocidad. El haz funcionaba de izquierda a derecha y de arriba abajo iluminando un punto cada vez, pero tan rápido que pensábamos estar viendo, digamos, a Mario Alberto Kempes gambeteando en una cancha argentina de fútbol del mundial 78 aunque en realidad esa imagen la compusiéramos nosotros en el cerebro, igual que hacemos con las de la realidad. Porque al ojo humano le pasa lo mismo: sólo es capaz de enfocar una pequeña ventanita del mundo, pero lo hace tan rápido que luego el cerebro se encarga del resto del trabajo.

Pero quizá el motivo más importante fueran las interferencias. ¿Quién no ha sentido más de una vez que el canal de nuestra memoria está mal sintonizado y que el ruido electrónico llena de nieve aquel momento que pensamos no olvidar nunca?

jueves, junio 15, 2006

Inyección

Hoy Andrés necesitaba una inyección. Cuando había pensado en ello, se había sentido un poco raro: como un diabético o un adicto y a nadie le gustaba sentirse así, pero la verdad es la verdad. Hoy necesitaba una inyección.

Así que ha subido a la cuarta planta del lugar donde se encontraba y se lo ha dicho a la gente que estaba allí con él y al rato estaba mucho mejor. Las nubes negras de su cabeza se habían esfumado. Concretamente, barridas por la alegría inducida que provocan las buenas inyecciones. Se había llenado de calma y de paz.

Pero lo mejor es que aquel género no tenía efectos secundarios, la inyección era sólo de ánimo.

Pero qué calidad, la del animo que había conseguido pillar.

lunes, junio 12, 2006

Frio

Cada noche, cuando llego a mi habitación, me desvisto con cuidado empezando por la parte superior del cuerpo: me despojo de la camisa o de la camiseta, a continuación me quito los zapatos y los calcetines y más tarde los pantalones. Entonces, desnudo, me meto en la cama, y cuando siento que me estoy durmiendo, me duermo.

A veces, sólo a veces, me acuerdo de pedir buenos sueños al señor que gobierna ese reino. A veces me los da y a veces me da algunos de los que no sabría decir si son buenos o malos.

En el de ayer todo estaba inundado de una luz muy clara de color azulado y mi cuerpo ya no estaba ahí. Mis brazos, mis piernas, mi nariz, todo había desaparecido, pero no me encontraba extraño; al revés, de alguna manera sentía que había vuelto al estado del que todos partimos. Me sentía duro, brillante, con aristas. Mineral. Me sentía poderoso. Y frío, también me sentía extrañamente frío.

Cuando había pasado algún tiempo, (o no, ¿quién sabe? el tiempo en los sueños es una cosa bastante extraña), conseguí escuchar:

-Me parece una idea preciosa, María.
-Sí, la verdad es que es mucho mejor que tenerlas metidas en una urna que luego no sabes dónde poner.
-Además es poético pensar que así lo llevas siempre cerca del corazón.
-Y bonito, además, es bonito. Y el joyero lo ha engastado en un collar tan delicado...
-¿Tienes la tarjeta de la empresa que te lo ha hecho?
-Sí, claro, ahora te la busco...
-Es que de verdad que me parece un idea preciosa convertir las cenizas de tu marido en un diamante.

Entonces desperté. Y tuvo que pasar un buen rato antes de volver a escuchar a mi corazón bombeando sangre y volver a tomar conciencia de mi cuerpo.

Creo que me gustó ser un diamante. Pero no lo recuerdo bien.

martes, junio 06, 2006

Trucos

Andrés recordaba bien la vez que había visto a aquel mago manco en televisión. Por su culpa, pasó interminables horas aprendiendo a cortar la baraja con una sola mano, algo que le llevó mucho tiempo porque nunca había sido especialmente hábil con las manos; una de esas cosas que solía envidiar en los demás. También recordaba los trucos de cartas, claro. El mago aquel los hacía con una lentitud exasperante. Decía: "No se puede hacer más lento". Y ponía su única mano a trabajar.

Además, siempre le había gustado la sensación de no estar pisando en firme cuando veía un buen truco, esa capacidad de los magos de hacernos dudar de la realidad.

Así que tenía que haber estado prevenido. Prevenido porque a veces acabamos por descubrir cosas que realmente hubiéramos preferido seguir ignorando. Y ya era tarde, claro.

Le había contado alguien que tenía un amigo mago que los que se dedican a eso se venden los trucos unos a otros.

Y que no descubrir el truco forma parte del contrato.

lunes, junio 05, 2006

Vanidad

Salió indignado de la habitación dando un portazo. Su mujer se había empeñado en arreglarse las tetas en el cirujano plástico y por mucho que intentaba convencerla, no conseguía hacerla cambiar de opinión. Le dijo que a él le gustaban tal y como estaban, le habló de la dictadura de la moda, incluso (siendo cruel, pues sabía lo aprensiva que era su esposa) le recordó el peligro que entrañaba una operación que, aunque menor, había que realizar con anestesia total.
Pero ella estaba empeñada en hacerlo. Para sentirse más atractiva, para escamotear cinco años más al tiempo. Si las reglas lo permitían, por qué no pedir una prórroga en el juego, la primera y la última, decía ella. Y por supuesto que le provocaban mucha aprensión las mujeres mayores sin arrugas, todas tan parecidas, con esas bocas recauchutadas de pescado muerto, faltaría mas. Qué te has creído que pretendo hacerme.

Aunque a él lo que realmente le había molestado, lo que le había hecho salir hecho una furia de casa fue que se atreviera a comparar la operación con su último libro. Cierto es que había tenido que pagar él la edición en una de esas empresas que editan a medida, y también lo era que no habían salido baratos aquellos 2.000 ejemplares que había encargado, pero él no tenía la culpa de que las editoriales hubieran dejado hace tiempo de interesarse por la buena literatura. Simplemente su estilo no era lo suficientemente comercial para el mal gusto generalizado. Pero él sabía que era un buen escritor, aunque las modas y el marketing se empeñaran en negárselo, así que se había gastado parte de los ahorros en editar su novela. ¿Qué había de malo en eso?, y además, ¿qué tenía que ver una cosa con la otra?

Cuando se levantó hecho una furia y dió el portazo, su mujer estaba diciendo no se qué de la vanidad.

Vanidad. Hay que joderse.

jueves, junio 01, 2006

Gamma

La naturaleza parece indicar que los acontecimientos simultáneos son imposibles. Por eso, nadie se acababa de explicar cómo era posible que, gracias al invierno templado y a la lluvia justa, en un atardecer cárdeno y pulido, en el que la propia naturaleza parecía contener la respiración, exactamente 586.023 crisálidas de mariposa gamma eclosionaran a la vez. La eclosión liberó un ejército de polillas que, envalentonado por su propia biomasa, luciendo con orgullo la letra gamma de sus alas, se atrevió a cruzar el estrecho de Gibraltar, sembrar de huevos todo el sur de la Península y colonizar Madrid.

Ahora revolotean en torno a la luz como los adictos revolotean alrededor de los camellos. Nadie entiende muy bien qué quieren o por qué están aquí, pero a mí me hace sentir mejor pensar que quizá la belleza sea un ejército espasmódico y volante de letras griegas.