martes, junio 20, 2006

Bukowsky

A veces leemos algo que sale de las tripas de un borracho apoyado en la barra de un bar de alterne, alguien que fuma y fuma y fuma, y bebe y bebe y bebe, y cuando pierde la lucidez necesaria para seguir escribiendo, para seguir poniendo una palabra detrás de otra, va al servicio, saca una papelina, se pone una raya sobre un espejito pequeño que siempre va con él, con cuidado de no tirarla, con la absurda concentración de los drogados, tan sólo para conseguir recuperar el control de sus propias manos y seguir así añadiendo capa de mierda tras capa de mierda sobre un papel en blanco, manchado de ceniza y whisky. Sí señor, con la dignidad de los destrozados y de los malheridos, de los que miran su propia autodestrucción como Nerón miraba Roma en el incendio, gente capaz de arder durante tres días seguidos si decidieran quemarse a lo bonzo. Jodidos pero poéticos en su caída.

Y cuando leemos eso que el borracho ha escrito, nos sentimos como si nos hubieramos estragado el estómago a base de ansiolíticos que se terminaron ayer y que no podemos reponer porque cuando intentamos pedir cita con el psiquiatra, el muy cabrón se ha largado a la playa con su secretaria veinte años más joven.

Así que nos decimos: recuérdate a ti mismo no volver a leer ni a Bukowsky ni a ninguno de esos mamones agazapados detrás de una máquina de escribir que sólo quieren exorcizarse en los tramos de lucidez que les dejan las drogas. Recuérdate que de un estómago así sólo puede surgir ácido clorhídrico.

Y aún así, vamos y los leemos y además nos gusta. Me pregunto si no será que en el fondo a todos nos fascina la contemplación del sufrimiento.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Te iba a decir que hay que leer los libros de un escritor pero no fijarse en la vida del mismo. Pero aquí no cabe esta "máxima" (sí por ejemplo en personajes como Cela, casi casi detestable como ser humano y un grandísimo escritor). Bukowsky, como tú bien dices, se exorciza a través de sus escritos. Es el mismo quien narra, escribe y vive sus relatos. Chinaski no es más que su alter ego, su yo plasmado en negro sobre blanco.

Sinceramente, la vida de Bukowsky nos puede parecer detestable (igual que la vida de la mayoría de los poetas malditos), pero yo cambiaría ipso facto mi aburrida vida de oficinista por la mitad de emoción y genialidad que la de este yanki. Aún costándome el higado y tantas veces la cordura.

Por cierto, ¿has visto Factótum? Me figuro que sí. Yo todavía no la he visto (tanta mudanza, tanta pol.., no me dejan ni respirar), pero espero ir ya mismo.

Un besazo. C.

PD. ¿Cómo que no podrías vivir conmigo? Me lo explica usted, si us plau (es una coña, evidentemente poca gente podría vivir conmigo estando cuerda y sin llegar al ahorcamiento antes de un año de convivencia :D).

La independiente dijo...

De acuerdo con respecto a Bukowsky, pero, en mi caso, no me cambiaba por él.

Estoy esperando a ver Factótum, por cierto...

:-D (lo mío también era una coña, no será para tanto...)

Portarosa dijo...

Me fascina Bukowsky, me encanta.

Como a Calamidad, que no podía faltar aquí...

Beso y abrazo respectivos (elegid vosotros el orden, que hay confianza).