jueves, abril 17, 2008

Enviando...

Terminó de escribir un relato en el que no pasaba nada. El protagonista, después de algunas reflexiones sin importancia, se acostaba y se moría. Y casi dos páginas del texto estaban dedicadas a describir lo que sentía y pensaba el moribundo. Nada original: la percepción del tiempo, el último segundo de la vida del protagonista como el más largo de toda su existencia (cuando ve la luz al final del túnel, un fenómeno que según los científicos tiene que ver con la falta de flujo de oxígeno en el cerebro), alguna imagen inconexa, el miedo y más tarde la nada.
Y entre párrafo y párrafo alguna digresión, tampoco demasiado innovadora. La conciencia como el más sorprendente resultado del azar que gobierna el universo; la música de las esferas y los planetas girando en sus órbitas, tan matemáticas; el eterno círculo de la materia, las moléculas del bigote del muerto (la queratina es una proteína con gran contenido en azufre) siendo expulsadas dos millones de años después en una erupción volcánica; la imposibilidad de predecir el comportamiento en sistemas caóticos; en fin, esas cosas. Una especie de reflexión sobre la existencia y lo que supone dejarla para todos nosotros, pobres primates superiores. Y la fantástica complejidad del mundo. Y su belleza.

Entonces, pulsó el botón Enviar del programa de correo electrónico que utilizaba para tener su propio relato en el correo. Así podría leerlo desde cualquier lugar con una conexión a Internet. Como siempre, apareció el mensaje: "Enviando..." en la pantalla. Treinta segundos después el mensaje seguía allí, por lo que parecía claro que el programa se había quedado colgado. En su casa tenía una red inalámbrica y aquello le pasaba de vez en cuando, como si las letras no encontraran el camino correcto a lo largo del pasillo para llegar hasta el router. Volvería a intentarlo y ya está, tampoco era para tanto, los programas se cuelgan constantemente y no pasa nada. Sin embargo, cuando intentó abrir el archivo con el texto, la pantalla se llenó de caracteres incomprensibles. El relato ya no existía.

Desde entonces, cuando va desde su estudio al salón nota un ligero cosquilleo que no sabe a qué achacar y percibe en la retina unos pequeños puntos negros brillantes.

7 comentarios:

Divina nena dijo...

Cuideseme un poco Sr. Xavie.

Por cierto, un relato con cierto aire irónico tras lo leído en el anterior, con sus detalles científicos, bueno, no está mal:-D

ETDN dijo...

Me quedo con este hallazgo poético:

"las moléculas del bigote del muerto (la queratina es una proteína con gran contenido en azufre) siendo expulsadas dos millones de años después en una erupción volcánica"

(recuerda un poco a lo de los discos duros y los percebes ;)

Y también el homenaje a Edward N. Lorenz, padre de la Teoría del Caos o el "efecto mariposa", que murió ayer. La imposibilidad de predecir el comportamiento en sistemas caóticos


Por lo demás, yo alguna que otra vez tb he interpretado ciertos mensajes que no he podido enviar como algún tipo de señal, aunque no tan inquietante, jajaja.

bss y buen finde

La independiente dijo...

Hola Divina,

El hecho de que los últimos temas sean un poco fúnebres no tiene que ver con el estado de ánimo del Sr. Xavie. Pero gracias por la preocupación. Intentaré escribir algo que le guste más en la próxima ocasión.

ETDN,
Muy aguda con lo del homenaje a Lorenz, que precisamente murió ayer. Muy aguda. :-D

Gracias a las dos,
X.

Portarosa dijo...

¡Joder, qué guay!
Me ha encantado, X.

(Sigo viendo manchas de leche, cacaco, avellanas y azúcar salpicadas por ahí; pero está bien.)

(¿Has leído lo del día 5 de julio?)

La independiente dijo...

Hola, Porto,
Gracias, sí que sigue habiendo manchas. De hecho, ya estoy cansado y acabo de publicar un cuento tradicional para subsanar tanta influencia tecnológica.

Sí he leído lo del 5 de Julio y sin problemas. Por mí no te preocupes, en serio.

X.

Divina nena dijo...

Supongo que el Sr. Xavie no tiene nada que ver con el tipo que se planta delante de su portatil, y concretamente el Sr.Xavie, que no el otro tipo, me daba cosita, verlo así tan fúnebre...
Respecto a lo de escribir textos que a mi particularmente me gusten más es un halago, pero como todo en la vida, siempre hay algo que te gusta más que lo otro.

Bueno me voy a ver lo siguiente, que pinta bien y te cuento. Besitos ricos

Portarosa dijo...

(Ayer comí con tres mujeres (bueno, no sólo comí sino que las invité a la comida que hice yo!), y no estará usted solo el día 5, no se preocupe.)