Me pregunto por qué, exactamente a las 14.25, todos los días, absolutamente todos los días, experimento esta sensación de hastío y cansancio, este peso que me aplasta, esta insatisfacción. Me pregunto por qué tiene que ser a las 14.25 cuando todo el mundo sabe que el tiempo es una ilusión y un invento bajomedieval que aparece a la vez que los relojes.
Entonces, sin apresurarme, me levanto y, con cuidado, adelanto todos los relojes de mi casa un par de minutos. Pero al día siguiente cuando todos esos mismos relojes indican las 14:27, el desánimo arremete en mi contra y vuelvo a hundirme en mí mismo. Durante toda la semana, a las 14:27, ni un minuto antes ni un minuto después, me siento decaído, a disgusto.
A la siguiente semana, me deshago de todos los relojes, intentando, como si fuera un niño que cuando cierra los ojos piensa que los demás no lo ven, evitar la sensación. Quizá si no existen relojes en la casa, mi cuerpo lo olvide todo, olvide que a esa hora tiene la tarea de ponerse mustio. Pero no lo consigo, claro. A pesar de no tener relojes en casa, todos los días me asalta la dichosa sensación y aunque ya no tengo reloj sé que la maldición de las 14:25 sigue estando dentro de mí.
Tras unos meses estoy tan cansado que al final acudo al médico. Después de tres semanas de análisis, el médico me dice que la culpa es del marcapasos que me implantaron hace cinco años. Un defecto de fabricación: su reloj interno, necesario para marcar la frecuencia de mi corazón, no funciona bien. No es la primera vez que ve un caso así. Probablemente tenga que ver con que Siemens ha trasladado la fabricación de los aparatos a China.
Entonces, sin apresurarme, me levanto y, con cuidado, adelanto todos los relojes de mi casa un par de minutos. Pero al día siguiente cuando todos esos mismos relojes indican las 14:27, el desánimo arremete en mi contra y vuelvo a hundirme en mí mismo. Durante toda la semana, a las 14:27, ni un minuto antes ni un minuto después, me siento decaído, a disgusto.
A la siguiente semana, me deshago de todos los relojes, intentando, como si fuera un niño que cuando cierra los ojos piensa que los demás no lo ven, evitar la sensación. Quizá si no existen relojes en la casa, mi cuerpo lo olvide todo, olvide que a esa hora tiene la tarea de ponerse mustio. Pero no lo consigo, claro. A pesar de no tener relojes en casa, todos los días me asalta la dichosa sensación y aunque ya no tengo reloj sé que la maldición de las 14:25 sigue estando dentro de mí.
Tras unos meses estoy tan cansado que al final acudo al médico. Después de tres semanas de análisis, el médico me dice que la culpa es del marcapasos que me implantaron hace cinco años. Un defecto de fabricación: su reloj interno, necesario para marcar la frecuencia de mi corazón, no funciona bien. No es la primera vez que ve un caso así. Probablemente tenga que ver con que Siemens ha trasladado la fabricación de los aparatos a China.
21 comentarios:
Un final muy tuyo :-D, muy bueno, pero por un momento me había identificado con ese personaje,inclso me había ilusionado pues me ocurre esto mismo pero a las 13:25, una hora antes, debe ser porque soy insular. Una pena, sigo sin saber porque me aflojo,en cambio mis siestas son muy activas ;-D
La vida del Homo roboticus es terrrrrrrrrrrrible (la palabra también lleva marcapasos)...
Pues iba a decir que me encantan los tres primeros párrafos pero que no me gusta nada el último. Pero como la Divina ha dicho que es un final "muy tuyo", sólo me queda hundirme en la miseria y el silencio.
Ciao.
No es por nada, pero me parece que más bien lo has hundido a él, Conde.
:-)
Un abrazo.
Me explicaré para evitar sornas galaicas: quería decir que no estoy de acuerdo con que sea muy tuyo. Y sí creo que no queda bien para el relato esa explicación final...
¿Vale así, Porto?
Es verdad que me has hundido, Conde... :-P
No sé, quizá lleves razón con lo del último párrafo en el que cambia el tono y la velocidad. Podría haber seguido hablando del tiempo. El personaje se podría haber tirado por la ventana. Sin embargo, creo que sí que es mi estilo aunque dentro de un texto con otro tono. No sé, ya sabes que suelo cambiar los textos según me suenen cuando los leo, así que tal vez te haga caso y acabe cambiándolo.
Gracias Porto por salir en mi defensa (:-D). Ya se sabe que pasa con las confianzas.
A Divina, gracias y a mega, decirle que me gusta eso del homo roboticus.
Abrazos y besos.
X.
Bueno, como está claro que lo expresé mal te pido disculpas, Xavie.
Yo no lo veo como una cuestión de tener razón. Simplemente me gusta más cuando utilizas lo científico como parte del relato que cuando la pones como explicación final, como en este caso. Sólo era eso.
No son necesarias las disculpas, solo estaba bromeando. :-P
Y sí que quizá lleves razón en lo que dices. El giro inesperado del final también lo es en el léxico. No sé.
Un abrazo,
X.
Bueno, pues seré Franco:
A mí sí me parece un final marca de la casa... y tampoco me gusta demasiado.
Pero, ¡pero!, eso no quiere decir que en general no me gusten tus finales (al contrario que a Conde; fíjate tú, este chaval, quién se lo iba a esperar). Puedes, sin salir de un estilo, hacerlo mejor o peor. En este caso me parece un final gracioso; pero creo que el relato acabaría mejor en otro tono.
Un abrazo a todos.
Precisamente es por eso que a mi, como lectora sin mucha idea, sin más pretensión al leer un texto que me sorprenda o me enriquezca, me gusta el final, y lo encuentro muy Xavie porque tiene ese don en ocasiones de sorprender en el último párrafo, cuando estás inmerso en la tonalidad con la que ha comenzado, en la temática… ¡zas! El final irónico, incluso socarrón, que particularmente me encanta.
Por cierto conde, sus comentarios provocan en mí una sonrisa traviesa.
Como dije -proféticamente- en mi primer comentario: ahora voy a hundirme en la miseria y el silencio...
!cuánta "patanería", no puedo creer que el personal se meta a crítico literarío con criterios tan exquisitos como me gusta o no me gusta el tono final. yo el otro día me comí un cocido riquísimo, aunque eliminaría el postre, porque la nata no me gusta, y además el cocinero era asturiano, cosa que no pega nada, a su estilo, cocinar algo tan castizo...en fín , se tratará de lectores new cocine, el atrevimiento y el vaporoso aire digital : )
Pues no estoy de acuerdo con usted, Eva.
Una de las mejores cosas que para mí tiene este sitio es precisamente que puedo leer las opiniones de las personas que gustan de leer mis textos. Y le aseguro que llevan mucho tiempo leyéndome y que sí que hablan con criterio sobre ellos.
Así que le agradezco su intento de defensa contra la crítica pero le advierto de que eso es lo que justamente espero. Que se me critique. Faltaría más.
Y aparte de eso, pues bienvenida a mi casa y espero que no me tome a mal el comentario.
Un saludo,
X.
quizá fuí algo brusca en mi comentario, y sobre todo, hacer crítica de la crítica es realmente como rizar el rizo. Empresa inutil ...entono el mea culpa.
A mí, anónimo y poco entendido, aunque asiduo lector de tu blog, me ha gustado, y sí que reconozco el estilo Xavie en el último párrafo, estilo que, dicho sea de paso, me encanta. Esa especie de "cliffhanger" sin continuación, que juega con la mente del lector. Sigue cultivándolos.
Saludos.
Pues a mí, no se por qué, se me ha venido a la cabeza Eduardo Manostijeras, con su corazón hecho de galleta, esa fragilidad de autómata (me encanta ésta palabra jiji), y éso es buena señal, muy buena... sobre todo para alguien que todos los días, a las 16.30, se pega de cabezazos con el teclado del ordenador... será chino mi marcapasos??
Gracias anónimo,
Me temo que no sé hacer otra cosa con los finales. Y eso que empiezo a estar un poco harto de dar la sopresa cuando el texto se acaba.
Gracias Vicky,
Eduardo Manostijeras es un personaje entrañable. Y yo no sé si tu marcapasos es chino pero deberías probar con la cafeína, que es lo que hace el resto del mundo (Red bull te da alaaaaas... ) :-P
Un saludo a ambos
Hola J:
Pues a falta de pillar el "estilo Xavie" - algo que será subsanado poco a poco - diré que el texto me ha gustado, empieza cortazariano (por lo de los relojes: cuánto daño hacen los anuncios :P ) pero el giro final sorprende y mezcla magia, ternura y crítica social en esas últimas líneas.
Habitualmente no me pongo tan pedante, es por ser el primer comentario y "la nueva de la cueva"...ya me iré soltando ;)
bss
ETDN
pd.- me ha llegado lo de Gil de Biedma,uno de mis poetas de cabecera, y ese poema en concreto es uno de mis top-ten
Hola En tierra de Nadie,
Gracias por el comentario. No te preocupes por lo de la pedantería, es una virtud que practicamos mucho por aquí. :-P
Para que te vayas poniendo al día con el estilo Xavie creo que te gustará:
Chinos
Un saludo,
X.
Gracias por el link. Me ha gustado el relato. Hace tiempo pienso que los chinos acabarán con nosotros. No sólo en sentido virtual sino en todos los demás.
Y sí, el mundo es un sitio muy raro.
bss
ETDN
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