lunes, marzo 03, 2008

Dentadura

(a la Princesa de hojalata)

Había perdido todos los dientes. Ahora llevaba dentadura postiza. Durante mucho tiempo aquello no le había importado en absoluto pero últimamente se había convertido en una especie de obsesión para él. No tenía dientes. Tenía cuarenta años y no tenía dientes. Tenía cuarenta años, aparentaba cincuenta y no tenía dientes. Sí tenía un gigantesco callo en su brazo, pero dientes no tenía. Había conseguido dejarlo, había conseguido pasar de los cuarenta cuando tantos de sus amigos habían muerto con los ojos abiertos, mirando la línea de amanecida del horizonte. Pobres gilipollas. Pobres idiotas sin fuerza de voluntad.

Él, sin embargo, había conseguido salir de aquello y sólo había perdido los dientes. De vez en cuando, todavía soñaba que los dientes se le caían todos a la vez y le llenaban la boca, asfixiándolo. Eso es lo que quedaba de sus dientes. Ese sueño. Sólo eso.

Después de todo lo que había pasado no podía quejarse. Es cierto que su hígado estaba bastante deteriorado y que seis años de su vida se habían desvanecido casi por completo. De esos seis años sólo recordaba la sensación de paz infinita que conseguía cuando se chutaba, una sensación de felicidad cada vez más desvaída, como si fuera una fotografía que poco a poco va perdiendo los colores. Hasta que un buen día, miró a su alrededor y vio un colchón viejo manchado de excrementos y un montón de espectros que se movían como almas condenadas. Ese día decidió que debía dejarlo, que no podía seguir en aquella situación, así que no se le ocurrió otra cosa que pasar por la parroquia y pedir ayuda. Y se la dieron, inició el tratamiento de metadona (menuda mierda, la metadona) y acabó por dejarlo. Acabó por dejarlo casi todo.

A veces se preguntaba qué habría hecho en aquellos seis años, a qué se habría dedicado, cómo habría conseguido el dinero necesario para arrastrarse hasta aquel colchón, apretar cualquier cosa en torno a su brazo y pinchar la aguja. Pero, en realidad, no quería saberlo. Había dejado atrás todo aquello, había renacido, se había convertido en otra persona y descubrirlo le daba miedo.

Una pena lo de sus dientes. La verdad.

11 comentarios:

princesadehojalata dijo...

Glup. Gracias. Por qué?

Besos. Sin palabras me he quedado.

La independiente dijo...

Recuerdo que te prometí en un comentario que, como estaba últimamente un poco ñoño, vendrían cuentos de mañanas devastadas. Y más devastación que esta...

Por cierto, tengo un problema con mis dedicatorias. Siempre que dedico un texto a alguien, me pregunta por qué y además el texto le deja mal cuerpo. :-(

En fin. Ha sido dedicado con la mejor de las intenciones. En serio.

Un beso,
X.

princesadehojalata dijo...

No te preocupes! Pensé eso, lo de las mañanas devastadas, pero luego recordé que uno de mis sueños recurrentes es quedarme sin dientes, y cuando he empezado a leer...me he asustado un poco. ES que llevo una racha de pesadillas...
Pero gracias, siempre hace ilusión que se acuerden de una. Ahora espero cereza. Besos fuertes.

Portarosa dijo...

Dios mío, Xavi, tienes un don. El don de poner el dedo en nuestras llagas :-)

(Comentario coñazo portorosil, dedicado a Conde: ¿"a su alrededor", "a su alrededor"?)

La independiente dijo...

Pues no creo que sea un don muy útil. Excepto para perder amigos...

Gracias por el comentario, ya está corregido.

Un abrazo,
X.

Anónimo dijo...

Xavie, puedo intentar liberarte de ese tu problema, aceptando con buen cuerpo y sin preguntar por qué alguna dedicatoria que tuvieras a bien hacerme.

Amén.

P. Y por si sonara la flauta, gracias precordiales.

Gemma dijo...

¿Qué hizo durante esos 6 años? Probablemente nada, o peor que nada: perderlos como sus dientes.

Buen relato, además de espeluznante.

Anónimo dijo...

Sr. Xavie, me gusta leerle porque sus textos siempre me parecen reveladores, me explico, cuando creo que le tengo pillado el hilo a su estilo, zas!! Aparece con algo diferente. Igual no es más que una apreciación de una vulgar lectora de su blog, pero me lo parece.
Lo que más me gusta de este texto, que es dónde encuentro a Xavie es en “Una pena de los de sus dientes. La verdad”. Está muy bien, aunque bajo mi punto de vista, hay un par de palabras que sobran, pues por un momento pensé que era viernes noche y estaba tirada en el sofá viendo “callejeros”.
Anónima de siempre

La independiente dijo...

Hola Mega,
Eso es lo interesante... ¿Qué hizo durante seis años de adicción? ¿qué cosas innombrables tuvo que hacer para conseguir un chute?

Hola anónima,
Supongo que lo que dices es un halago. Ser capaz de sorprender es una de las cosas que intento con mi blog. Si me dices las palabras que sobran, consideraré cambiarlas. :-D

Gracias a ambas,
X.

Anónimo dijo...

(Y poco a poco mis letras se fueron haciendo transparentes...)

Xavie, aunque no lo parezca mi comentario sólo pretendía ser un elogio a sus letras; aunque puedo comprender que algo así le haya dejado directamente sin palabras.

Por favor, acepte mis disculpas por el exceso de confiaza.

La independiente dijo...

Gracias Amanda,
No te preocupes. Me gusta que te guste.

Un saludo,
X.