miércoles, octubre 18, 2006

Procesión

Las palabras de una frase siempre parecen estar en una procesión de Semana Santa, con el artículo normalmente como cruz de guía. Alto ahí que están cantando una saeta y entonces las palabras se detienen con un crujido de rodillas. Y ahí se quedan, esperando que el cantaor acabe y cuando lo hace, abandonan la aglomeración de gente que está viendo esculturas sangrientas y se van tranquilamente a una taberna. Y allí piden el vino de la casa que ha cogido un olor raro por el incienso que se ha quemado por centenares de kilos durante toda esa semana. Un olor que te hace sentir mejor, piensan todas las palabras que comparten la frase “Ya era hora de un respiro que tengo los pies molidos”.

Así que allí se dedican a la conversación intrascendente y la palabra respiro dice “ya tengo pies” y entonces la palabra de dice “un respiro” (será mejor no esperar grandes revelaciones pues, a fin de cuentas, son sólo palabras y después de todo el día caminando y parando en las tabernas con azulejos a beber el vino de la casa están un poco borrachas y no dan para más).

De todas maneras, la conversación no se extiende mucho pues tienen que volver pronto a un libro de literatura realista de los años cincuenta que, por casualidad, un visitante ha llevado con él y ha dejado abandonado en la mesilla. El muy inconsciente.

2 comentarios:

Portarosa dijo...

El otro día no había leído este. Me parece magnífico, Xavie.

¿Pero sabes que ahora ya te leo con acento, y que hasta me cuadra bastante el blog con su autor? Qué cosas.

Un abrazo.

La independiente dijo...

Es lo que tiene conocerse...

Un abrazo,

Xavie