miércoles, octubre 18, 2006

Eiffel

La repetición de una torre de alta tensión, y otra y otra en la ventanilla del tren es un homenaje continuo a la arquitectura industrial del siglo XIX. Esas torres no son más que un injerto temporal en este siglo XXI.

Además, que la electricidad siga llevándose de un sitio a otro de esa manera ha conseguido que Eiffel se sienta tan orgulloso de sus creaciones metálicas que ya no echa de menos el cielo cristiano. Dios le condenó por positivista, por pensar en el mundo como una gran maquinaria sin alma pero no imaginó que allá donde le mandó iba a estar en la gloria.

Allá en su paraíso de engranajes y tornillos.

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