Un niño contempla extasiado una película de la época dorada del cine americano. Está sentado junto a su abuela en un cine veneciano viendo una historia de piratas protagonizada por Errol Flynn, casi seguro que Capitán Blood. Todas las películas protagonizadas por ese actor están entre sus preferidas, por eso los ojos de ese niño están tan abiertos que apenas parpadea. Parece hipnotizado. Le han dicho en su casa que pronto emprenderán un viaje a África, que pronto irán a Abisinia, pero eso ahora no le preocupa en absoluto.
Días antes, su abuela le ha hablado de sus ancestros. Su sangre tiene parte inglesa y francesa, parte sefardí y parte turca. Entre sus antiguos parientes se cuentan miembros de sectas secretas y magos y eso le hace sentirse un poco más cerca del sueño que siempre ha acariciado: haber sido descendiente directo del Corsario Negro o de Sir Francis Drake.
En Abisinia, este niño vivirá durante ocho años y en África se hará adulto. Por eso quizá los libros de Conrad, de Melville o de London serán tan importantes para él. Los barcos a vapor que recorren los ríos sudamericanos infestados de insectos, el honor y la dignidad, los viajes y los indios formarán parte de su vida, y, en gran parte, debido precisamente a las historias de esos libros. Pero él aún no lo sabe.
Un buen día, mirará un ejemplar de Spirit, el tebeo de Will Eisner, donde un héroe con ropa de detective de cine negro y con un antifaz, se dedica a ayudar a los débiles y a hacer que triunfe la justicia y sus ojos brillarán con emoción mientras lee sus aventuras. Ese descubrimiento será definitivo porque marcará el camino que seguirá para ganarse la vida: será dibujante.
Un dibujante que acabará por crear un personaje que llevará gorra y un gran arete de oro en la oreja izquierda, con largas patillas negras, muy pobladas; con una gorra de marinero y que se habrá hecho con una navaja una nueva línea de la fortuna porque la que tenía de nacimiento no le gustaba. Que tendrá amigos que serán antiguos presidiarios, magos, sacerdotes de vudú, anticuarios obsesionados con las viejas leyendas o catedráticos alcohólicos a quienes se limitará a rescatar de la cárcel sin hacerles un solo reproche. Ese personaje será un aventurero que se llamará Corto Maltés.
Pero eso será después de muchos años. Ahora, ese niño mira el parpadeo blanquinegro de la pantalla y disfruta. Él aún no sabe que será el gran Hugo Pratt.
2 comentarios:
Magnífico, Xavie (y ya van...).
Mira que me atrae el personaje del Corto Maltés, y sin embargo jamás he leído nada de él. Supongo que me dirás que debo enmendarme ya.
Un abrazo.
Pues sí,
Has dado en el clavo. Debes enmendarte ya. :-D
Ahora venden unos cofres con los treinta primeros números que son bastante baratos y que merecen la pena si quieres comenzar.
Es uno de los grandes del cómic, sin duda . Convirtió el cómic en algo adulto en Europa. Anímate.
Un saludo y gracias,
Xavie
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