Tap, tap, tap, tap. El blues sincopado de John Lee Hooker suena en mi cabeza: Talk to your daughter for me, mama. I like the way you walk, honey.
El mundo, tal y como repite todos los años uno de mis profesores, se ordena bajo el hechizo de la música. Las cosas más tristes y sórdidas pueden ser destellos dentro de una canción. El cielo gris sobre las cabezas de los mendigos, que arrastran carritos de supermercado llenos de restos inservibles; las pobres prostitutas tiritando con su ropa mínima bajo el abrigo; las volutas de humo de los coches; las carreteras brillantes como si fueran espejos; las luces de los semáforos detrás de la cortina de lluvia. Todo parece tener un significado oculto dentro de una canción.
Todo parece puesto ahí justo para encandilarnos, para asombrarnos.
Si alguien puede conseguir esa sensación sin música es que es poeta.
2 comentarios:
Me gusta, Xavie.Suena bien.
Un saludo
Sí, sonaba bien el gran John Lee Hooker, sonaba bien. :-D
Gracias, Olvido.
Xavie
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