miércoles, octubre 25, 2006

Lluvia

Los suelos brillantes de una plaza del centro reflejan mi sombra mientras camino bajo una lluvia fina. Suena un saxo en la noche y, de repente, todo parece irreal: mi cuerpo abrigado que no advierte las gotas; mis gafas empañadas; mis pies pisando con cuidado las baldosas empapadas. Todo, incluido yo, parece formar parte de la película que acabo de ver en el cine, todo se vuelve imaginario.
Y como todo es imaginario y no está sujeto a las aburridas leyes de la realidad, me elevo sin esfuerzo y contemplo la ciudad a quinientos metros de altura. A esa altura, las calles aparecen limpias y el mundo parece un lugar mejor. Desde ahí, la vista quita el aliento.

Y desde ahí arriba pienso que, de vez en cuando, es necesario dejarse mojar por la lluvia porque sólo ella es capaz de limpiar ciertas impurezas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta misma sensación es la que creo tener yo cuando llueve. Me gusta mucho, muchísimo. Es lo que dice Silvio Rodríguez, ¿no? Si me dijeran "pide un deseo", les pediría un rabo de nube, que se llevara lo feo y nos dejara el querube...

Sencillamente precioso. Besito. C.

La independiente dijo...

Gracias Cal,
Depende del día, pero yo también disfruto de la lluvia.

Sobre todo si estoy en casa mirándola por la ventana. :-D

Un beso,
Xavie