miércoles, octubre 25, 2006

Bautizos

Me llamo María Gil, nací en 1786 y morí, ya madre, en 1810. Tuve cinco hijos, de los que me vivieron cuatro.
Siempre he sido buena cristiana y el buen Dios me ha recompensado. Pero, aunque la ira es el azote del mundo, no pienso consentir que una secta de advenedizos que se hace llamar de los Santos de los Últimos Días, archive mi nombre para bautizarme y, según ellos, permitirme entrar en alguno de sus tres paraísos. Yo estoy bien en el mío y exijo a quien corresponda que pare esta sangría en el Cielo.

Ya he perdido a tres amigas, y estoy empezando a hartarme de no saber si voy a poder volver a conversar con mis seres más queridos aquí arriba.
Si encima de que cada vez venía menos gente nueva empezamos a perder a los antiguos, esto va a parecer un páramo. Un páramo desolado.

Aunque siga estando Él.

2 comentarios:

Portarosa dijo...

Yo ahora ya ni te felicito ni nada. ¡Donde hay confianza...!

Un abrazo.

[Me ha gustado mucho]

La independiente dijo...

Vale, sin problema. Como tú dices, donde hay confianza...

Es que la idea de los dos mil millones de fallecidos registrados por los mormones y su intento de construir el árbol genealógico de la Humanidad se me quedó ayer en la cabeza un buen rato.

Un abrazo,
Xavie