jueves, julio 20, 2006

Suicidio II

Hace falta valor para ser contrario a los nazis en la Hungría de la II Guerra Mundial y contrario a los comunistas en esa misma Hungría después de ser liberada por los soldados rusos. Hace falta valor para amar a la misma mujer, Lola, durante sesenta años. Valor para hacer los bártulos con casi cincuenta años e irse a Estados Unidos: un país infantil para alguien que se había criado en la refinada cultura centroeuropea de entreguerras.

Y sobre todo, hace falta mucho valor para pegarse un tiro con 89 años. Mucho valor porque los viejos se aferran a la vida con pasión. Hay que estar hecho de una pasta especial para irse elegantemente cuando se sabe que, después de una vida plena, la enfermedad te confina al hospital y a la dependencia. Parece fácil, pero no lo es. Supongo que muchos de los que estamos lejos de esa edad hemos pensado alguna vez que haríamos algo así si nos enteráramos de que tenemos una enfermedad incurable. Pero una cosa es pensarlo y otra hacerlo. Y con un tiro, además. Nada de barbitúricos. Coger una pistola, cargarla, apoyarla contra la cabeza y despedirse del mundo con estilo.

Pero creo que valor no le faltó nunca a Sándor Márai.

Ni talento literario tampoco.

4 comentarios:

Portarosa dijo...

No, ni una cosa ni otra, desde luego.
No sabía nada de eso, yo, pero lo hace mucho más atractivo todavía.

Un abrazo, Xavie.

La independiente dijo...

Porto, a mí lo que más me admira es justo el gesto final.

Un abrazo,
Xavie

Alicia Liddell dijo...

Hay que estar muy seguro de uno mismo. Hay que ser muy hombre, hay que ser muy humano.

La independiente dijo...

Hay que tener valor. Ni más ni menos. Que no significa no tener miedo, sino ser capaz de sobreponerse a él.

Un saludo,
Xavie