El día de Nochebuena se había levantado cargado de electricidad, como ocurre justo antes de una tormenta tropical, en lugar de frío y nebuloso. Eso no impidió que fuéramos a trabajar exactamente igual que cualquier otro día del año. Cuando llegamos al trabajo, las puertas estaban cerradas y el guardia de seguridad no estaba en su garita. Volví la cabeza para comentar el caso con el compañero que me solía llevar en su coche, pero no pude ver dónde había ido. En lugar de ventisca o de rachas de viento helado, un pequeño tornado preñado de papeles giraba en el aparcamiento. Cuando intenté abrir la puerta del edificio de mi oficina, no lo conseguí. Como mi compañero seguía sin aparecer, me encaminé hacia el metro pensando que ya que la dirección se había decidido a concedernos el 24 de diciembre libre, deberían haber tenido el detalle de comunicarnoslo. El tornado había pasado por la parada de metro y había sembrado la escalera de desperdicios. Al entrar en la estación comprobé que mi pase no funcionaba pero no había nadie en la taquilla que pudiera solucionar el problema así que me colé saltando el torno de entrada. Sigo aquí esperando el tren.
Feliz Navidad a todos.
4 comentarios:
Quería enviarte unos saludos personales pero no encuentro tu mail. Muchos besos y feliz entrada de año.
Hola princesa,
Feliz Navidad y salida de año.
Si quieres escribirme al correo:
manuntio arroba gmail punto com
Un beso gordo,
X.
Desasosegante.
Feliz Navidad, Xavie. Un gran abrazo.
Gracias Porto, ese es un adjetivo que me gusta mucho y además el texto está escrito justo para provocarlo.
Un abrazo y Feliz Navidad,
X.
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