lunes, abril 23, 2007

Vecino

Por fin, tras demasiados años de alquiler, había podido comprar su primera casa. La había comprado sobre plano, había ahorrado durante algunos años para poder pagar las cuotas que la constructora pedía para así construir sin arriesgar dinero y ahora, después de tanta espera, tenía las llaves en su poder.

Cuando pasaron los meses de visitas a las tiendas de muebles y de fiestas de inauguración pudo comprobar que los tabiques que separaban su apartamento del contiguo eran tan finos que podía escuchar las conversaciones de su vecina sin dificultad. Descubrió (ahora que ya era tarde, ahora que ya sabía que acabaría de pagar aquel piso cuando tuviera setenta y cinco años) que podía oír cómo su vecina hablaba por teléfono, cómo se encendía y apagaba su ordenador, cómo le gustaba gritar durante el sexo. Cada día, al abrir la puerta de su casa, sabía los ruidos que se enredarían con su rutina pulcra y solitaria.

Su vecina era una mujer en la treintena a quien sus frecuentes fracasos amorosos convertían en un animalillo penoso y llorón que hablaba (o más bien hipaba) al teléfono más o menos una semana de cada tres o cuatro meses. En los días siguientes a esa llamada desesperada, la vecina se amoldaba a una rutina que la mantenía alejada de la calle durante un par de semanas. La televisión funcionaba sin descanso, una película tras otra, durante todo el día; y si no era la televisión se trataba de la radio. Hasta que una tarde se la escuchaba tararear y taconear con prisa y cerrar la puerta con más fuerza de la necesaria. Entonces volvía a comenzar el ciclo del tarareo, la música, las palabras susurradas y las sesiones de gritos nocturnos.

Lo soportó cuanto pudo. Al principio, lo comentaba a sus amigos como un detalle curioso pero poco a poco aquellos altibajos habían podido con él. Oírla arrastrar los pies por la casa y llorar calladamente era algo que lo sacaba de sus casillas (¿cómo podía una persona no acorazarse un poco con cada fracaso?), pero el alegre taconeo no mejoraba mucho su humor (¿cómo podía una persona ilusionarse siempre tan ciegamente?). Y lo que más le molestaba de todo era la periodicidad con la que se repetían los ciclos: tres o cuatro meses, una semana, dos semanas, tres o cuatro meses, una semana, y de nuevo dos semanas. Y así. Sin descanso.

Durante dos años ahorró el dinero necesario para insonorizar su vivienda. Los obreros fueron eficaces y consiguieron acabar el trabajo en un mes, un período de tiempo que tuvo que pasar en casa de su familia. El día que volvió a su casa pensó que tantas molestias habían merecido la pena: ni un susurro le llegaba de la casa contigua, ni un sonido metálico en la cocina, ni la cantinela del ordenador y, lo más importante, se acabaron los hipidos y los gritos para siempre.
Reconfortado, estiró las piernas en el sofá, puso música en el equipo al nivel mínimo y pensó que merecía la pena pagar un poco más por un trabajo bien hecho.

Tres meses después se descubrió acercando el oído a la pared del salón.

6 comentarios:

princesadehojalata dijo...

Dice Millás que un buen cuento es el que tiene un solo final posible.
Éste es un buen cuento.
Besos.

La independiente dijo...

Gracias, princesa
Pero la verdad es que eres incondicional ;-)

Un beso

Anónimo dijo...

Xavié, un artículo que aparece hoy en el Pagina 12 y que creo que te hubiera podido gustar escribir a ti. A mi, desde luego, me hubiera encantado escribirlo yo.

http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-83985-2007-04-24.html

Abrazotes

La independiente dijo...

Compañero (porque supongo que eres quien imagino),

Cuanto tiempo... aunque no sé si pasas por aquí más a menudo de lo que me figuro y te escondes en el anonimato :-D

Siento decirte que el enlace no ha salido entero y me da error cuando intento conectarme.

Abrazotes,

Me han dicho que estás hecho todo un padrazo (si eres quien yo pienso que eres...)

;-)

Anónimo dijo...

soy quien tu piensas que soy. si el enlace no te lleva al artículo, puedes ir directamente al sitio web de página 12 y leerlo.

Lo de padrazo, "asín, asín"

Un abrazote

La independiente dijo...

Vale,
Pues lo consultaré, claro. Y a ver si me mandas una fotico o algo.

Tengo ganas de verte, compañero.

Yo voy ahora para el puente de Mayo y también me llegaré en la feria

¿Nos veremos antes del verano o no?