martes, abril 11, 2006

Fin

Cuando se encontraron al final de la última página, la última palabra salida de la cabeza del escritor no pudo evitar mirar por encima del hombro a aquel “FIN”. A fin de cuentas, ésta no era una palabra de verdad, sino una palabra falsa, impostora, que había surgido automáticamente del estúpido cerebro de los ordenadores del departamento de maquetación. ¿Cómo se atrevía la advenediza a compartir página con una representante legítima del arte, con una vicaria del genio?.

La muy puta...

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