Otra de las virtudes que más envidio, si es que sigue siendo posible la contradicción de los términos, es la meticulosidad.
Ver a alguien paciente acabando sin pizca de prisa una tarea repetitiva. Verlo lleno de amor por las cosas bien hechas, por el proceso en sí, una cosa después de otra. Sin hacer lo siguiente antes de dar el tiempo necesario para que lo anterior se termine. Sin tener prisa por llegar, cumpliendo con las etapas del camino.
Pero qué frustración, oye, qué frustración.
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