Dos yonquis muy deteriorados se abrazan bajo un saco de dormir, indiferentes al ruido del centro de la ciudad y esa imagen me provoca una oleada de ternura dificil de explicar.
No puede existir en el mundo un matrimonio con ese grado de compromiso. Se han comprometido a morir juntos, desvaneciéndose progresivamente, ayudándose a dejar la existencia.
Juramentados hasta el final, juntos compartirán ese resplandor blanco que aguarda un día cualquiera al final de una jeringuilla hipodérmica. Juntos.
1 comentario:
Buenisimo, propio de una cancion de Sabina.
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