Entretengámonos un rato. De fuera hacia adentro. De la máxima extensión de tiempo a la mínima:
Han pasado cinco años, es decir, diez centímetros, entre esto: Perdigones
Y esto: Imbécil
Han pasado solo tres, seis centímetros, entre esto: Chino
Y esto: Veinte
Uno tan solo, dos centímetros de nada, entre esto: Contra la literatura
Y esto: Hambre
Si dentro de esos dos centímetros, dentro de ese año medianero de 2008, buscamos el texto que deje exactamente un centímetro a cada lado, la mitad de ese año a cada lado, encontraremos las palabras que constituyen el centro de gravedad exacto de este blog, un punto sobre el que todo quedaría en equilibrio, con una cantidad igual de tiempo a cada lado, el texto por el que si las palabras comenzaran a deshacerse misteriosamente, podría convertirse en el agujero negro que absorbiera todos los demás, el texto que sería la célula mutada que se convierte en cancerosa y que se extiende por el resto del organismo, el texto que sería el lugar por el que empieza a arder el papel si todas estas palabras estuvieran impresas en un gigantesco rollo de papel continuo. El texto semilla, el texto esencia, el texto arquetipo.
Que por una extraña simetría, coinciden exactamente con las primeras que llevé al Bremen, el taller literario que tan importante ha sido en este tiempo.
Debe de existir una ley que lo gobierne todo tan simple, tan simple que somos incapaces de verla.
Gracias por todo.
2 comentarios:
Gracias a ti, muchas gracias a ti, Xavie.
Por todo, también.
Pues gracias de nuevo.
Un abrazo, Porto.
X.
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