martes, junio 26, 2007

Contra la literatura

La suya es una búsqueda polvorienta de páginas sucias, entre capas de papel vaporizado y cagadas de mosca. Por eso sus manos tienen un brillo especial. Porque el polvo que las mancha está compuesto de trozos de la Iliada y de versos de Yeats, de antiguas salmodias en letra gótica o de los dibujos aniñados y leves de García Lorca cuando sólo era un homosexual vergonzante que escribía obras surrealistas. Su biblioteca ocupa más de la mitad de todo el volumen de su casa y a veces duerme con un viejo libro de Shopenhauer bajo la cabeza, profundamente, pero con sueños llenos de leve desesperación en la cabeza. Sus ropas están ajadas, no tiene televisión y la música hace tanto tiempo que dejó de interesarle que después de la compra de un lote en la liquidación de una herencia tiró todos sus discos a la basura para ganar espacio. Consulta constantemente catálogos de librerías de viejo con la intención de hacerse con un ejemplar único, dedicado por la mano del autor y, por vacaciones, realiza peregrinaciones laicas para contemplar, arrobado y reverente, el escenario de trabajo de Faulkner o de Juan Ramón Jiménez. Escribe, escribe y escribe, dedicado a ello con la voluntad de un elegido de Dios, sabiéndose llamado a una misión.

Sus amigos hace tiempo que están muertos o nunca estuvieron vivos. Su única preocupación es a quién dejar la biblioteca cuando él también se vaya. Se considera un tipo feliz aunque siga siendo virgen a los veintiocho años.

8 comentarios:

princesadehojalata dijo...

Hace tiempo que enfermé de literatura, sin llegar a esos términos (de momento...)

Besos Xavié.

Sebastián Puig dijo...

Su herencia podría legarla al espectro de Borges, que habita en todas las bibliotecas del mundo. Tu personaje sería un buen guardián de las llaves de Babel.Y sí, la pasión por la literatura tiene mucho de lo que nos cuentas.

Un abrazo.

La independiente dijo...

Hola a los dos,

Pretendía ser una descripción exagerada de la bibliofilia (que, desde mi punto de vista, tiene poco que ver con la literatura y mucho con el fetichismo ;-)

Se ve que no he conseguido el punto irónico.

Besos y abrazos

Portarosa dijo...

Yo sí lo he entendido (je).

¿Qué pretendías al ponerle esa edad, que sin duda es una sorpresa mayúscula?

La independiente dijo...

Pues pretendía una media sonrisa. Demasiados años para seguir siendo virgen, demasiados años enterrado entre libros y un pequeño homenaje privado a la última novela de Luís Landero: Hoy, Júpiter.

Un abrazo Porto,

Me encata verte por aquí, ya lo sabes.

Ruth dijo...

Je, a mí también me ha encantado lo de la edad. Me he quedado mirando la pantalla con el ceño fruncido, pensando "¿se habrá equivocado?, ¿habrá querido decir ochenta y ocho, o algo así?"
Lo mejor de los libros no es tenerlos, sino leerlos; lo mejor de escribir, disfrutar con ello.
Bonito post.

Anónimo dijo...

Siento no ser original: a mí también me ha dejado ko la edad. Me imaginaba más a un viejete un poco gruñón y solitario (leeré a Landero).

Veo que sigues en plena forma literaria. Lástima haber llegado tarde a vuestro debate sobre los relatos y las novelas... Con lo que me gusta a mí opinar, ay.

Besote. Cal.

La independiente dijo...

Hola ruth, hola Cal
Lo de la edad es, como digo, un pequeño homenaje privado. No sé lo que opinareis vosotras, pero veintiocho años a mí me parecen muchos años para perder la virginidad :-D

Me alegro de que os haya gustado, aunque si os digo la verdad, lo de la forma literaria no sé yo...

Beso