Es posible que un gato se canse de su dueño y que, al abandonarlo, ni siquiera se moleste en volver la vista. El mío me miró con aires de superioridad una buena mañana en la que yo no estaba seguro de querer seguir ocupándome de él y no lo he vuelto a ver. Sin embargo, de vez en cuando, entra en casa por las noches y escupe una bola de plumas y de pelo que me deja a los pies de la cama.
Yo también sigo queriéndolo.
4 comentarios:
Mi gata siamesa, digna y hermosa, venía cada noche a los pies de mi cama. Después de un buen rato de ronroneo y mimos, las dos nos dormíamos plácidamente. Aunque murió, algunas noches, me parece sentir el peso de su fina estampa en el mismo sitio en el que se acomodaba, y me despierto sobresaltada; miro a mis pies y la recuerdo, aunque ya no esté, y la sigo queriendo como entonces.
Entiendo cada palabra que dices. ¡Un besote!
Hola Patricia,
¿Y si en lugar de un gato, lo que hubiera provocado el texto hubiera sido otra cosa?
Si hubiera sido, por ejemplo, una relación, ¿seguirías entendiéndolo?
Un beso,
Hola Xavie,
Creo que todos creemos ser amos en algunas relaciones, pero también somos gatos en otras. Todas nuestras parejas nos dejan huellas de alguna clase, ya sean huecos en la cama, pelos que nos recuerdan su ausencia,... Y, en algunas ocasiones, "dejamos" que vuelvan a visitarnos para seguir manteniendo viva aquella bola de pelo que nos recuerda que una vez fueron nuestros. Sí, creo que entiendo perfectamente a lo que te refieres (¿o no?).
1 petó
Sí, creo que sí que lo entiendes. :-D
Otro beso,
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