Ayer, después de levantarse, pensando en dormir más en el futuro, como hacía siempre, descubrió una mancha de sangre en la cama.
Buscó durante mucho tiempo el origen de la sangre. Sin resultado. Ninguna herida, ni siquiera un rasguño. Al llevar más de dos años sin acostarse con nadie, también descartó el motivo más obvio.
Se fue al trabajo pero no pudo quitarse de la cabeza la maldita mancha durante toda la mañana. Al pensar en su ridícula obsesión doméstica se había sentido inquieto, como cuando olvidamos en algún lugar de la casa algo que llevamos en las manos y que después, cuando realmente lo necesitamos, no conseguimos encontrar.
Más tarde, volvió casa y quitó las sábanas para lavarlas, y, como es lógico, la mancha seguía estando allí. Reseca y con los bordes más oscuros, pero allí.
Hoy son dos manchas. Ya no sabe que pensar.
7 comentarios:
Me encantó el fragmento.
Gracias y bienvenida, mónica
Un saludo
Xavie
También a mí. Desasosegante.
(Lo de levantarse pensando en dormir más en el futuro es, además de real como la vida misma, genial)
Un abrazo.
Ay no! Y? porqué siempre estoy esperando el después...
Hermoso! Besos.
Hola a todos,
Pretendía que fuera un poco inquietante, así que me alegro que te lo haya parecido, Porto.
May, no hay después. Me temo que continuar el relato no es lo mío. ;-D. Si quieres, lo escribimos entre los dos.
Ahora soy yo quien pregunta: ¿Y después qué?
Un saludo,
Xavie
Ahh me encantaría Xavie continuar tus relatos, pero escribir no es lo mío, yo sólo disfruto, y admiro el talento de quien lo hace, aunque todo lo que sea "entre dos" es tentador ;-D
Más saluditos.
Completamente de acuerdo con tu comentario, todo lo que sea entre dos es tentador.
Pero deberías animarte. Así empieza todo: atreviéndose.
Un beso,
Xavie
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