martes, enero 08, 2019

Iberismo



Si, después de cierto tiempo, vuelvo a escribir es porque, como en otras ocasiones, una obra literaria y una película me llevan a hacerlo. La novela es Los asquerosos de Santiago Lorenzo, la película, Tiempo después, de José Luis Cuerda. Creo, además, que como siempre ha ocurrido en el arte, las obras cuentan con una suerte de gravedad intrínseca que les hace acabar convergiendo entre ellas por afinidades que, en muchos casos, no resultan evidentes (Homero, Joyce y Dan Simmons, por ejemplo). 

En el caso que nos ocupa, lo que provoca que ambas obras recorran trayectorias similares (piensen en una canica girando dentro de un cono, tal y como recomiendan para comprender de forma intuitiva el espacio-tiempo) es la búsqueda voluntaria de un idioma diferente, un idioma al margen de los convencionalismos y estupideces que los distintos medios de comunicación de masas han ido introduciendo en el lenguaje poco a poco, como una lluvia fina (decía Nacho Vegas que ha cambiado el significado de algunos verbos como disfrutar).

En ambos casos, los autores utilizan un idioma castellano pleno de arcaísmos, localismos y repertorios léxicos poco comunes (mucho más en el caso de Los asquerosos, que para eso es una novela y no cuenta con más recursos que el idioma para el escenario, la tramoya y la trama). En ambos casos, hay una crítica (nada de crítica feroz, creo que esa expresión jodería a ambos autores por manida y me pondrían por vago la cruz encima sin dudarlo) al sistema imperante: este neoliberalismo de coaching y autoexplotación que todo lo pringa con sus feas patitas.

Y, lo más importante, en ambos casos, el humor absurdo es el recurso utilizado, el humor como última línea de defensa ante la sandez, un humor ibérico lleno de mala leche, pero que, precisamente por eso, parece ofrecer cierta esperanza. No sé de qué, pero esperanza. 

Háganme caso. Lean la novela. Vean la película. Empiecen bien el año.

1 comentario:

Portarosa dijo...

Eso haré.
Gracias.