jueves, marzo 11, 2010

Oceánico

El hombre de ahora mira al hombre de ayer y, aunque lo recuerda, ya no lo conoce. El hombre de ahora fue el de ayer durante mucho tiempo pero ya no. En construcción, siempre en construcción (como un poemario de Vicente Mora), con cada persona (maravillosas mujeres con ropa desperdigada por media ciudad), con cada teorema (¿quién podrá olvidar el Teorema de Rice?), con cada viaje (la dulce y verde Irlanda), con cada orgasmo (aquella cara arrobada por el agradecimiento) y cada libro: frases encima de frases encima de frases que poco a poco entierran al hombre de ayer, que lo sumergen en un océano de palabras, —oceánico, que adjetivo este, oceánico— y cada exposición (esta de Jaume Plensa, por ejemplo, una obra en la que te encierras entre ladrillos de cristal iluminados de rojo temiendo un calor que no existe y otra en la que gotas de agua caen aleatoriamente del cielo sobre platillos de metal que tienen frases grabadas en tres idiomas) y cada paseo, ese caminar perdido por ciudades que no conoces, caminar y observar los altísimos tejados, tan picudos, tan al norte («Al norte del norte» es una canción del ahora que te hace recordar Copenhague de otra manera cuando la oyes) y Francisco Rico (con aquella descripción que hizo de él Javier Marías, con zapatos elegantes de suela de cuero, se te quedó aquello grabado) influyendo en el Quijote y aquella que fue tu mujer con una cola de caballo, grandes gafas, unas zapatillas deportivas y vaqueros gastados, y tantas y tantas noches estudiando, tantos y tantos días escuchando completa la programación de radio de tu emisora musical preferida, y tantas y tantas tardes viendo atardeceres rojos y, mucho tiempo después, tantas y tantas noches llegando a casa y masturbándote triste ante el porno barato de los canales locales.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Al terminar de leer he exlclamado "¡jooodeeerrr!". Tengo ganas de leerte un post que sea como una gotita de miel en mitad de un pastel salado, pooor faaaa
;-)
Con cariño
jgorom

La independiente dijo...

Bueno, vale...
Mira que ahora estoy bien pero es que a Xavie solo se le ocurren cosas así, al maldito.

:-)

Lo intentaré,
Besos,
X.

Portarosa dijo...

¡¡JODER!!

Cuánta alma, Xavier, cuánta alma veo. Y cómo se nota.