martes, marzo 09, 2010

Barrio III

—¿Cómo quedó el partido?
—Uno a uno.
—Vaya mierda. Vaya vagos hijoputas que están hechos. No suben a primera porque no quieren, porque saben que la mitad se iría a la calle. Por eso no suben. Porque no les sale de los cojones.
—Tú, pasa eso, cabrón, que siempre haces lo mismo.
—Pero si acabo de encenderlo.
—¡Ea, y así toda la tarde…! Me voy a tener que liar otro. No se puede contigo.
—Porque no les sale de los huevos, lo que yo te diga. Y mira que íbamos ganando uno cero. Pero, nada, al final, como siempre, vamos y la cagamos. Por estas que un día me borro y que el abono lo pague su puta madre.
—Siempre con lo mismo. Me tenéis hasta los huevos. Daos de baja de una puta vez, coño.
—Hombre, de baja, de baja… ¿Qué quieres que te diga? Llevo toda la vida siendo socio. Mi padre me hizo el carnet cuando tenía once años.
—Pues entonces callaos la puta boca que me tenéis harto, siempre la misma historia los lunes, que no se puede quedar con vosotros hoy, coño.
—Haya paz, haya paz. Vayamos a enfadarnos ahora nosotros por culpa de esos cabrones.
—…
—Tengo la silla jodida, tíos. No me va bien, no sé que le pasa pero ya he estado a punto de caerme un par de veces.
—Pues ve donde el Rafa, a mi siempre me deja la mía que no veas, suave, suave…
—El Rafa, ¿qué Rafa?
—Sí hombre, el del taller de motos de al lado de mi casa.
—¿Y por qué no la llevas a la ortopedia, como hacen las personas normales?
—¿Normales? ¿Dónde tienes los ojos, idiota? Normales, dice…
—Ja, ja.
—…
—Niño, tráenos cuatro cervecitas más cuando puedas, anda.

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