Cuando un escritor en edad provecta muere (y, parafraseando a Marías, muere para siempre y para siempre deja de envejecer, eternamente congelado en la última imagen que tengamos de él), las secciones de cultura de los periódicos publican al día siguiente varios artículos que hablan de él, de su obra, de su vida, de su importancia. O de la importancia que tuvo su obra para el que firma el artículo, que viene a ser lo mismo.
Yo me pregunto si se trata de algo que los escritores que firman esos artículos pueden improvisar sin esfuerzo (a fin de cuentas hablan de un oficio común y conocen la obra del que ha muerto y se les supone duchos en la escritura sobre temas conocidos) o si esos mismos recibieron un encargo tiempo atrás, algo como: ve preparando la necrológica de Ayala (¡cuánto tiempo habrá esperado acumulando polvo!) o la de Salinger, que no tendremos su foto, pero que no debe de quedarle mucho, que está mayor el hombre y la muerte no entiende de anonimatos.
Y como a mí también me gusta contar historias, prefiero imaginar que se trata de lo segundo, que hay personas en los periódicos encargadas de revisar la edad de aquellos lo suficientemente importantes como para aparecer retratados en un panegírico elegíaco (demasiadas esdrújulas), encargados de llevar la cuenta de sus días sobre la tierra. Y que esas personas guardan un archivo de textos escritos para cuando los importantes ya no estén entre nosotros. Y que ese archivo (en la carpeta de un ordenador llamada, por ejemplo: Futuras necrológicas) parpadea sutilmente, como un corazón contaminado por la arritmia, como un tumor, como una acumulación de colesterol en las arterias.
Otra cosa. A mí me da igual que haya muerto Salinger. No lo he leído y por tanto no lo he conocido y es difícil lamentar la muerte de alguien que no conocemos. Y además, puedo leerlo cuando me apetezca. Así que ese escritor muerto (y eternamente congelado en su foto de viejo gruñón) aún no ha nacido para mí. Y podrá nacer cuando a mí me apetezca. Si es que me apetece.
Como un antiguo profesor mío, gordo y socarrón, solía decir: lo bueno de la literatura es que tus contemporáneos pueden haber muerto hace varios siglos. Y esos pueden ser más amigos tuyos que los que ves a diario.
Y, por último. Qué de juego que dan los escritores, qué de juego que da la literatura, qué grandes temas literarios.
7 comentarios:
Pues no estoy de acuerdo en este caso, porque hablamos de un caso muy peculiar.
Por una vez, la muerte del escritor sí puede tener su importancia (para los que lo hemos leído y disfrutado), pues es la única vía posible para que se publiquen nuevas cosas suyas (todo lo que haya escrito en estos últimos 45 años). Sucede al contrario que en la mayoría.
Si no lo has leído, tienes suerte. Puedes hacerlo nacer cuando quieras. A estas alturas ya no te cambiará la vida. Ni falta que hace (la literatura no es sólo para eso).
Un abrazo.
Por cierto, he sido bueno y no lo habíaa dicho, pero no me resisto: ¡¡anda que haberse leído todo Loriga y nada de Salinger...!! Manda carallo, que diría Porto. ;D
jajaja. Loriga bebe de Salinger, claramente. "Héroes" bebe de "El Guardián entre el centeno", y además él lo ha dicho muchas veces.
Y siento repetirme, pero en homenaje y ya que mencionas amistad y literatura, dejo aquí un parrafillo de Holden (sí, para mí Holden Caulfield EXISTE, es un personaje real):
“Los libros que de verdad me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras”.
y, en fin, qué voy a decir yo de Salinger y El Guardián entre el centeno, si mi novela se titula "Los patos de Central Park" en homenaje a Holden Caulfield.
Lo que no sé es si es de esas novelas que pierden su efecto si uno no la lee a la edad adecuada, en la adolescencia o primera juventud. No sé si, leída después por primera vez, pierde parte de su encanto.
Estoy un poco (poco) con Javier.
Leí "Nueve cuentos".
Leí "Franny y Zooey".
Leí "Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción".
Y di botes de gusto de haberlos leído.
Pero no he leído "El guardián", que por lo visto es la madre mayor.
Así que la parte grande puede nacer cuando yo quiera.
Me encanta la historia de los escitores que tienen esa carpeta de "Futuras necrológicas". Me gustaría más que tuviera un virus que, en caso de la muerte anterior del escribiente, soltara una gran carcajada, tan grande como los artículos que quedaran sin publicar.
Pero esas necrológicas se preparan, efectivamente, con antelación, yo creo, ¿no? Eso tengo entendido.
¡Y yo no sabía que Marina tenía una novela, coño!
Ni tú, ni el Tato. Esperemos que dé más información.
Hola Conde,
No sé si al final los que esperáis los textos de Salinger no os quedaréis con un palmo de narices... Se habla de textos inéditos pero, tal vez, el hombre haya conseguido lo que no consiguió Kafka, quemar sus manuscritos.
De todas maneras durante mucho tiempo fui un lector indiscriminado y sin criterio y la época en la que Salinger me podía haber hecho mella, fue Tolkien el que se quedó conmigo para siempre. Y eso que no hablo de Stephen King. Así que si comparas, Loriga es una buena opción. :-)
ETDN,
¿Una novela? ¿Y nosotros sin enterarnos? ;-)
Sin embargo, no estoy de acuerdo con el párrafo que citas. A algunos de los autores que admiro no me gustaría ni cruzármelos por la calle. Mira Mailer: apuñaló a su mujer en los sesenta y escribió El fantasma de Harlot. :-)
Nano,
Habra que hacer nacer al tal Salinger cuando nos apetezca.
Porto,
No sé si se preparan o no, me lo inventé aplicando el sentido común. :-)
Besos y abrazos,
X.
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