El nuevo emperador romano ha tenido mala suerte con la elección del último médico. Se ha limitado a hacer como siempre. Ha reservado un día para su operación de estiramiento de piel y ha comunicado al consejo de ministros que, durante un mes, se encontrará en su villa, reponiéndose y descansando como le gusta, con mujeres ligeras de ropa y pizza a todas horas. El paraíso, ya se sabe. Pero ha cometido un error en la elección de su médico, un reputado profesional de sesenta años que, aunque nadie lo sepa, nació en un país del este de europa y fue programado por el KGB para actuar cuando alguien le llamara por teléfono y le dijera una frase en particular, la contraseña de activación. El médico nunca ha recibido una llamada parecida y, de hecho, ha olvidado que alguna vez nació en un país frío del este de europa. Se considera el más romano de los romanos e ignora que si alguien lo llama y dice: Nunca nos derrotarán, tovarich, seguirá al pie de la letra las instrucciones que le musiten al teléfono a continuación.
Y, de las pocas personas que aún recuerdan al agente dormido, hay un miembro de la mafia rusa a quien el nuevo emperador romano le ha jodido un negocio muy jugoso.
Así que a ver si esta vez hay suerte. La necesitamos todos.
4 comentarios:
jua, jua, juá.
Mezclarlo todo, que es lo que haces en tu texto, es el modo que tiene la vida de hacer la vida. Y la vida funciona, ¿no?
Pues que funcione esta vez, coño.
Pues eso digo yo, Nan, que funcione de una vez... Ay, qué placer sería leer algo parecido. ;-)
Abrazo,
X.
Joder, pues sí que estáis vosotros violentos últimamente.
Lo de NáN es por el tabaco, ¿pero tú?
Un abrazo.
Yo no estoy violento. En este caso ni siquiera sería violencia. Sería como... no sé, aplastar a un bicho o algo así.
:-)
Serán las noticias, Porto, que cada vez me indignan más.
(no hay peligro por ahora de que se convierta en real, imaginarlo relaja mucho, pregunta a tu psicoanalista :-P)
Un abrazo,
X.
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