martes, julio 08, 2008

Pereza

La sal debe ser una de las sustancias más pesadas del mundo porque el cuerpo, despues de un día de playa, adquiere una consistencia diferente, más orgánica, más sustanciosa. Y comer una rodaja de pescado fresco a la parrilla parece entonces uno de esos sacrificios paganos de los que habla siempre Manuel Vicent. Por ejemplo.
Y por decir algo, por escribir algo cuando todo el cansancio y todas las preocupaciones se han ido con el agua dulce de la ducha, digo que descansar tumbado al sol frente al mar turquesa un día de poco viento, con las pocas nubes del cielo lejanas y amistosas es como si la pereza hubiera cristalizado formado bloques geométricos. Como cristales de cuarzo.

3 comentarios:

Virginia Barbancho dijo...

mmmm... esas tardes carca del mar... esto me ha llegado hondo.. y con las ganas de vacaciones que hay!

(y luego, detrás de esa ducha y ese paseo, no necesitabas de repente una cervecita y unas papas alioli -o similar?)

Ay! que ganas de vacaciones!

ETDN dijo...

Ains, qué envidia.

El cloro cuartea, pero no es sal.
El azul de las piscinas no se parece al del mar.
Y entre el asfalto no corre la brisa.

Hay momentos de indolencia obligada, de pereza feliz. Y más a la orilla del mar.

besos con sal, que diría Sabina

La independiente dijo...

Hola a ambas,
Si os digo la verdad este el típico texto pensado exclusivamente para provocar envidia. :-D

Seguro que eso me convierte en alguien lamentable, pero qué gustito estar en la playa y que la gente escriba diciendo lo que le gustaría estar en la playa (a pesar de que ya sabéis que yo no creo en la envidia sana). :-P

Besos,
Nos vemos el miércoles.

X.