jueves, julio 10, 2008

Gemidos

Me gustan los aeropuertos pequeños, como estaciones de autobuses venidas a más, un pequeño laberinto de carreteras que no llevan ningún sitio, en las afueras de ciudades tranquilas y ensimismadas. Me gustan, además, los aeropuertos del norte en los que ver como caen las gotas sobre los cristales y preguntarse si el vuelo saldrá con tan mal tiempo para acabar advirtiendo que es seguro que sí lo hará pues en estos pequeños aeropuertos del norte llueve siempre dulcemente como en una novela gallega. Me gustan estos aeropuertos, pequeñas construcciones mojadas que no se dan importancia y en los que hombres trajeados indistinguibles de otros hombres trajeados que pueblan los aeropuertos del mundo, esperan en la cola de embarque. Me gustan porque son sitios en los que dejarse invadir por la melancolía (la lluvia, la partida y las lágrimas de la separación) y hacerlo solo es posible cuando se alcanza cierta edad y no siempre es fácil.
Por ejemplo, justo ahora, en este aeropuerto del norte, en lugar de esa sensación agridulce y amable, lo que recuerdo es un dolor afilado, como de un estómago que se hace trizas bajo el ataque de un cuchillo con grandes dientes, como debe de ser el dolor del hielo penetrando en la columna vertebral: el dolor al oír gemir de placer, gozando del cuerpo recién descubierto de mi sustituto, a la que hasta semanas antes había sido mi chica, mi pareja. Oírla gemir de placer justo tras la pared, en la habitación de al lado, con un hombre que no era yo, un hombre extraño que no era yo, constituyó sin duda un aprendizaje. No sé exactamente acerca de qué, pero seguro que lo fue.
Y mientras tanto, a la vez que recuerdo aquellos gemidos y gritos de placer (así no gritaba conmigo, no) las gotas se dejan caer a lo largo de los cristales en este aeropuerto de provincias, una tras otra, y otra, y otra más. Y la verdad es que, a pesar del tono triste de este texto, estoy feliz y relajado.

Algo aprendí. Eso seguro.

3 comentarios:

Divina nena dijo...

Curioso texto. No parece tan feliz tu personaje, lo que me queda es el dolor ese del que habla de no se que hielo atravesándolo...no todo son gemidos :-D

Por cierto, a mi, al igual que a tu personaje, me encantan los aeropuertos pequeños, los que trabajan con compañías low cost, que te permiten observar, leer con tranquilidad...

princesadehojalata dijo...

Guauuuu. Vaya texto.
En los aeropuertos encuentras gente que sí que sabe recibir, recuerdo dos amigas mirándose mientras se acariciaban el pelo, que había crecido bastante desde la última vez...
Besos de aeropuerto.

La independiente dijo...

Hola Divina,
El personaje ha aprendido que los recuerdos dolorosos son solo eso, recuerdos, y que la vida es... otra cosa. Simplemente.

Y sí, los aeropuertos en general me gustan mucho, con todas esas parejas llorando por la separación y ese aire impersonal que tienen en todo el mundo. Son sitios raros.

Hola Princesa,
Me alegro de que te guste el texto. Si te digo la verdad, no acabo de ver la unión de la primera parte con la segunda así que, tal y como suele ser habitual, igual cambia.

Y con respecto a los aeropuertos, yo me quedo más con las despedidas que con los reencuentros. :-D

Un beso a ambas,
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