martes, julio 29, 2008

Juguetes

Desde hacía algún tiempo, su pareja y él se habían aficionado a los juguetes sexuales. No es que los necesitaran, no, pero hacían el sexo más divertido y mejor, y precisamente por eso se habían convertido en coleccionistas. Su última adquisición había sido un juguetito que vibraba a las órdenes de un mando a distancia. La gracia del asunto era llevarlo puesto en una reunión en la que hubiera más gente que no tuviera ni idea de la situación. El morbo de saber que tu pareja está excitada y que nadie más de la reunión es capaz de advertirlo los ponía a ambos a cien. Ambos fantaseaban con el momento de arracarse la ropa una vez hubieran llegado a casa después de la velada. Ambos fantaseaban con la cara que pondrían cuando estuvieran utilizándolo.

Decidieron probarlo en público por primera vez en una cena con otras tres parejas amigas. Cuando probó por primera vez el mando, notó como la cara de su pareja se ruborizaba ligeramente y eso le excitó mucho. La segunda vez, su pareja ya no mostró ninguna sorpresa por la sensación, tal y como había sucedido antes, pero le miró de una manera que le provocó una erección inmediata. La tercera vez, se fijó en que había otra mujer de la reunión que se comportaba de forma parecida cada vez que él apretaba el botón. La cuarta vez advirtió que cuando el amigo que estaba dos puestos a la derecha miraba fijamente hacia delante, su propia mujer se excitaba, aunque él no hubiera utilizado el mando a distancia. Comprendió entonces que ellos no habían sido los únicos en tener la misma idea. A los cinco usos, los cuatro implicados eran conscientes de lo que estaba sucediendo.

Siguieron charlando de cosas intrascendentes durante la cena, llegaron los cafés, los postres, las copas, los cigarrillos. Ellos, alegando compromisos tempranos al día siguiente, se retiraron pronto. No fueron los únicos. Cuando estaban a punto de entrar al coche, la otra pareja propuso una última copa en su casa.

4 comentarios:

Divina nena dijo...

¿?

La independiente dijo...

Ahí está la gracia, ¿no? Justo ahí...
:-D

X.

Sebastián Puig dijo...

... ¡No, no tiene ninguna gracia! ¡Queremos más!

María a rayas dijo...

mmmm
mente perversa....

(jijiji)