Decían en tiempos más piadosos que Dios lo sabía todo y además todo el tiempo, así que estoy seguro de que en la jerarquía de los ángeles (Serafines, Querubines y Tronos en el Primer Coro; Dominaciones, Virtudes y Potestades en el Segundo Coro; Principados, Arcángeles y Ángeles en el Tercer Coro), hay una gran cantidad de especialistas en vídeo y audio.
Nuestros ángeles de la guarda, que están siempre a nuestro alrededor, nos graban sin descanso con sus ojos (las Videocámaras de Dios) y envían la información al Cielo a través del canal de satélite correspondiente (ancho de banda infinito). Otros ángeles diferentes, que han conseguido el traslado a las oficinas centrales (los becarios del Paraíso) se ocupan de montar todas las escenas que llegan sin parar.
Nosotros no lo advertimos, pero gracias a ambos, en el Cielo pueden montar cualquier versión, de cualquier estilo, de la película de nuestra vida. Lo tienen absolutamente todo grabado. Pueden montar nuestra película como si se tratara de una ensoñación de David Lynch o llena de saltos a cámara lenta, como si el director fuera John Woo. Pueden hacer cualquier cosa.
Los ángeles de arriba trabajan en una oficina (también infinita, claro) de colores neutros. En cada mesa hay un equipo de última generación para el montaje de las historias de nuestras vidas. La mayoría de las vidas son muy parecidas y el trabajo no es muy satisfactorio, pero los ángeles saben que no pueden dejar de hacer su trabajo porque las escenas tienen que estar siempre disponibles. Si alguno de los protagonistas quiere imaginarse fuera de sí mismo protagonizando su propia vida (si alguien necesita verse acunando a su primer hijo, o besando a su primera esposa) las imágenes son necesarias. El ángel de la guarda (el de abajo) detecta el deseo antes de que se produzca y descarga las imágenes necesarias del Cielo. Entonces, vemos la escena que estábamos buscando y pensamos que recordamos cuando es imposible que se trate de un recuerdo. Podríamos recordar el tacto de la piel del recién nacido, el olor de nuestra primera esposa, el color de los ojos de ambos, pero nosotros estamos dentro de nuestra cabeza y no es posible que nos veamos protagonizando la película de nuestra vida, como si un misterioso director la hubiera rodado. Pero es que resulta que sí que lo ha hecho.
Cuando alguien muere, las imágenes de su vida se introducen en el archivo. Se trata de un sistema que reproduce aleatoriamente segmentos de cualquier vida ya pasada para evitar que el etéreo material del que están hechas acabe por desvanecerse. La proyección tiene lugar dentro de los vivos, normalmente cuando duermen y sueñan. Cuando a veces nos levantamos con la sensación de haber estado a punto de descubrir un secreto crucial, en realidad lo que hemos hecho es asistir al tráiler de una película antigua en la que el actor protagonista ya ha muerto. Lo que nos quedan son las ganas de continuar con la historia, nada más. Aunque sí que aciertan aquellos que piensan que en los sueños se esconde algo más que un mecanismo cerebral. Aciertan porque, cuando dormimos, parte de nuestro cerebro se convierte en un cine de los años cincuenta, con una pantalla gigantesca y una lámpara inmensa colgando del techo abovedado. Y nos encanta estar allí.
7 comentarios:
A mí también me ha ocurrido esto que describes de visualizar un trozo de vida desde una perspectiva doble de observadora y personaje.
¿Será que vemos demasiado cine?
;-)
Saludos,
Me ha dejao muerta lo de la clasificación de los ángeles, aún lo estoy intentando digerir (lo de Dominaciones, Virtudes y Potestades en el Segundo Coro es realmente impactante)...
Mientras leía el texto uno de esos ángeles (¿un querubín quizá? ¿o tal vez sería un arcángel?) ha insertado fotogramas de "Qué bello es vivir" en mi cabeza. Igual estaba buscando unas alas.
Muy místico, mr. Xavie.
bss
ETDN
Hola Mega,
Sí, absolutamente sí. Vemos demasiado cine. :-D
Hola ETDN,
Pues sí, en lugar del nombre de los Ángeles, parece el nombre de una sauna masoquista. :-P
Aunque no sé si estoy de acuerdo en que el texto sea místico. A mí no me lo parece.
Un beso a ambas,
Una visión muy particular sobre los ángeles, el cielo...muy calculada, veo ese cielo organizado con una jerarquía que asusta a cualquiera y me gusta,me gusta porque yo que se de sobra que no me van a dejar pasar por el uso no de zapatillas de deporte sino de tacón metálico, es un alivio.
La redacción me parece muy acertada, la encuentro ordenada, pulcra, y la verdad para un texto con una temática dificil de digerir, es de agradecer que lo muestres así,tan fácil de leer. Bueno es mi más humilde opinión, ya sabes que no tengo mucha idea...
Por cierto comentar en tu blog es toda una odisea, jamás reconoce la verificación de la palabra
Hola, X.
Pues no sé, a mí me ha resultado un tanto embrollado.
Una duda para el filólogo: gracias a ambos, referido a dos tipos de ángeles, ¿es correcto?
Un abrazo.
Hola Divina,
Gracias por el comentario. Pero si le digo la verdad no acaba de convencerme el texto.
Porto,
Quizá lleves razón en lo de que el texto está embrollado (sabes que respeto tu opinión, te voy a tener que pagar como editor) y que tantos datos tal vez habría que haberlos contado en más extensión.
Con respecto a la duda filológica, ambos es un adjetivo dual por lo que el uso con los dos tipos de ángeles es correcto. De hecho solo hay otro ejemplo parecido: sendos
Besos y abrazos,
X.
Se que es un adjetivo dual. Mi duda es si se puede utilizar con plurales; con sustantivos colectivos ya sé que sí, ¿pero con plurales?
"Había coches rojos y coches azules, y ambos tenían las ruedas negras", es como lo de los ángeles; y a mí me suena fatal, no sé...
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