Mientras prepara un caso especialmente complicado se le viene a la cabeza que es el tiempo el que proporciona sentido a los acontecimientos de la vida, que lo que, a primera vista, es un cúmulo de coincidencias, acaba por adquirir sentido cuando se recuerda, no cuando está sucediendo. Todos miramos hacia atrás e imaginamos un curso, un camino que conduce directamente hasta el lugar en el que estamos. Eso piensa.
Tal vez estudió derecho porque a los dieciocho años, su novia de entonces estaba segura de hacerlo y pensó que si hacía lo mismo, la conservaría para siempre. Luego no la conservó, pero eso es otra historia. El caso es que si no la hubiera besado en aquella fiesta, probablemente hubiera estudiado otra cosa y no hubiera acabado siendo abogado del estado, ni estaría ahora aquí preparando este caso. Quizá si hubiera evitado ese beso ahora estaría en Estados Unidos trabajando para la NASA, o en Burundi con Médicos Sin Fronteras o saliendo por quinta vez de una clínica de desintoxicación.
Sin embargo, él (abogado del estado y padre de familia) se cuenta una historia diferente. Se cuenta una historia de ficción, en la que hay un planteamiento (el joven estudiante de derecho), un nudo (las oposiciones, la preparación de los temas, la academia, los nervios) y un desenlace (aprobado y toda una vida trabajando en el mismo sitio a cambio de estar a salvo del futuro). En realidad, se cuenta la historia de su propia vida como si fuera una novela. La única novela que realmente le importa.
Mientras sigue investigando los rastros contables de una inversión poco clara, continúa recordando. Siempre hay algunos momentos en la vida de todos que brillan con especial intensidad, pasajes de especial relevancia que tienen importancia en la trama posterior. Momentos buenos (el aprobado, el destino en nuestra propia ciudad, los hijos) y también momentos malos (la muerte del padre, la traición, el abandono). Todo, sin embargo, pierde sus aristas con el tiempo y sabe que lo que hoy le parece inolvidable no lo será durante mucho tiempo. Y para confirmarlo sólo debe intentar recordar con exactitud la cara que sus dos hijos tenían de recién nacidos.
En realidad, piensa, la trama de su novela (como la de todos) no acaba de permanecer, no acaba de contar siempre la misma historia, es como si las páginas impresas estuvieran siempre desenfocadas y cuando fijara la vista la historia adquiriera una forma provisional tan sólo para contentarlo. Sólo porque en ese momento vuelve a releer una página, la página se detiene un instante. Sin embargo, en cuanto pasa a otra, la primera vuelve a su vibración, a su inconstancia. Todo cambia y apenas hay nada ya que permanezca. Pero eso no le preocupa demasiado, al fin y al cabo, no importamos mucho en el curso del mundo y no dejaremos más que una leve huella, que desaparecerá pronto.
Pero ahora tiene que seguir preparando el juicio y no debería entretenerse con estas ideas. Hay que vivir.
7 comentarios:
Me gusta la reflexión. Cada día podemos leer nuestro pasado con un enfoque distinto, e incluso cambia la "trama".
[Un apunte portorosil: en la frase "y pensamos que si hacíamos lo mismo, la conservaríamos para siempre. Luego no lo hicimos, pero eso es otra historia", el segundo "hicimos" puede llevar a equívoco. Entiendo que se refiere a que "no la conservamos", pero se puede entender como "que no la besa", lo que no tendría sentido.]
Hola Conde,
Acabo de cambiar (otra vez) el texto. Llevo cinco días dándole vueltas y se me resiste el muy cabrón...
A ver si ahora te parece mejor.
Por cierto, has visto mi SMS?
Me quedo con la última frase-idea: "Pero ahora tengo que preparar un juicio y no debería entrenerme con estas ideas. Hay que vivir."
Que bueno permitirte un hueco, un mini viaje, para entretenerte con la novela más interesante, la tuya propia. Sin olvidarse de vivir, pero al fin y al cabo recopilar también es vivir ¿no?
Por cierto, me gusta más este texto, que el anterior, sobre todo, me refiero al primero, al que si no recuerdo mal titulaste "triunfo", lo encontré casualmente, y la curiosidad,como al gato, me trajo aquí de nuevo.
Sí, me gusta más.
Como el texto es muy de reflexión teórica, le va bien cerrar con un toque narrativo, de personaje.
Hola anónimo y conde,
Gracias por los comentarios. A mí también me gusta más ahora pero no sé lo que durará. Ya os digo que llevo unos cuantos días dándole vueltas al texto e igual mañana ha vuelto a sufrir una nueva mutación (textos mutantes como la memoria que los recuerda :-P)
Un saludo a ambos,
X.
Pues a mí me ha gustado mucho, X. Mucho.
Lo único que no me gusta de todo el texto es la última frase, la de "Hay que vivir". No sé muy bien por qué, pero no me parece que la haga la misma persona que ha pensado todo lo anterior, me parece que no está en el tono... Non sei.
Un abrazo.
Y dejar que el tiempo nos viva.
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