domingo, febrero 03, 2008

Pausa

A veces podemos oír el tiempo, granos de arena cayendo uno encima de otro y encima de otro y esa música nos invade y nos habita el alma de manera que, por un instante fugaz, comprendemos que todo, en realidad todo, debe de ser muy sencillo y ajustarse a cuatro leyes muy simples, tan simples que nunca estarán a nuestro alcance.
Traemos a la memoria entonces un viaje en moto en el que remolinos de hojas doradas parecían acompañarnos y estar ahí sólo para que pudiéramos pensar que todo es hermoso, y recordamos la sensación del viento en la cara, bajo la visera, haciéndonos sentir vivos. Y la escena de “American Beauty” en la que la pareja de adolescentes, la hija del protagonista y su novio, el camello, miran un vídeo en el que sólo se ve una bolsa de plástico ejecutando una danza en el aire, aquella bolsa bailando por el viento tan sólo para que ellos pudieran admirarla. Y una conversación con un buen amigo en la que importaban tanto los silencios como las palabras, sólo estar ahí compartiendo el silencio, y pensamos entonces que la amistad masculina es un sentimiento del que se ha escrito bien poco porque parece algo pueril y que, sin embargo, es una forma de amor rara y poderosa, la camaradería del trabajo en equipo, el sudor compartido. Qué extraño todo esto de ser un hombre y qué sentirán las mujeres de su amistad con mujeres, como sería ser una mujer, y en fin, cómo es posible que se hayan dado tantas casualidades encadenadas hasta llegar aquí donde estamos, oyendo el tiempo que cae, lenta y pausadamente, alrededor de todo.
Y más tarde, después, cuando esa sensación ha pasado, cuando nuestro cerebro pierde esa extraña percepción, cuando todo adquiere sus perfiles habituales, nos preguntamos a dónde ha ido ese momento mágico en el que, durante un instante, nos pareció comprender que todo debe ser mucho más simple que lo que siempre nos han hecho creer y en el que todo se detuvo haciendo una pausa.

8 comentarios:

Portarosa dijo...

Me ha gustado muchísimo, Xavie.

conde-duque dijo...

Yo juraría que este texto ya te lo había leído... No sé, será cosa mía. Un deja vu de esos.

La independiente dijo...

Gracias Porto,

No sé, conde, igual apareció y despareció después. A veces me ocurre que publico algo que no me convence, lo quito y vuelvo a publicarlo otro día que me convence más. Es posible que lo hayas leído.

Un abrazo a ambos,
X.

NáN dijo...

Titularlo "Pausa" prefigura que todo lo otro, lo que queda fuera del paréntesis, es la parte mayor. Deja una sensación de tristeza por la vida del narrador.

La vida debería estar llena de esas pausas. La vida es un encaje de bolillos.

Me ha gustado mucho lo del "silencio" entre amigos, porque es definitivo. El año pasado fui con una amiga en coche a visitar a Carmen de Gondal, en Cádiz. Al volver en el largo viaje (cuando conduzco yo todo es largo), ella me dijo, tras varias decenas de kilómetros callados, que se daba cuenta de lo amigos que éramos porque se sentía cómoda en los silencios.

No los valoramos, los silencios, lo suficiente. ¿Y os imagináis una sinfonía en la que el compositor no hubiera trabajado los silencios, las bajadas de volumen, las desapariciones y apariciones de los instrumentos?

Darle al compañero el reconocimiento y la aceptación de lo que es: que puede replegarse en sí mismo a veces.

La independiente dijo...

Me gusta eso de que la vida es un encaje de bolillos.
En cuanto a lo de los silencios, creo que sí, que es definitivo, que cuando dos personas pueden compartirlos, es que tienen intimidad de verdad.

A ver si te gusta:

http://ideasyfragmentos.blogspot.com/2006/11/silencio.html

Un saludo,
X.

La independiente dijo...

Perdón, la entrada es:

http://ideasyfragmentos.blogspot.com/2006/11/silencio.html

La independiente dijo...

Nada, que no hay manera :-D

http://ideasyfragmentos.blogspot.com / 2006 / 11 / silencio.html

(sin espacios, claro)

Gemma dijo...

Sólo a veces recuperamos la lucidez de la niñez, la percepción de su tiempo siempre pausado; el equilibrio y armonía del universo.

Otras veces, en cambio, parecemos terriblemente mayores.