jueves, mayo 03, 2007

Humor

Nuestro estado de ánimo siempre está en equilibrio inestable. Basta un comentario, una apreciación, un gesto, para que lo que nosotros creíamos la mera salud bombeando en nuestro pecho se cubra de células cancerígenas. Entonces, cuando eso sucede, te preguntas cómo es posible que el buen humor, que a la luz de los primeros rayos de sol creíamos indestructible, se pueda deshacer así sin más, cayendo la ceniza desde la coronilla y cubriéndonos con una capa gris de desperdicios.

Y no sabes encontrarle una explicación. Quizá sea la acumulación de lecturas tristes y películas tristes o el extrañamiento propio de este buen tiempo (buen tiempo fuera y buen tiempo dentro parece demasiado para esta sociedad católica que tenemos; ya sabemos que todo acaba por pagarse), pero la verdad es que todo ese gozo (el mero gozo de estar vivo y tener dos piernas y ser capaz de disfrutar del humo y de la tranquilidad de saber que vas a poder pagar las facturas) se acaba de desmoronar como lo hicieron los centenares de miles de árboles en Vietnam bajo el fuego amigo del napalm.

Pero ahora que ya te vas conociendo algo más (algo, tampoco mucho, vaya a ser que lo que encontremos nos deje el pelo blanco en un sólo segundo) sabes que lo que tienes que hacer es prestar atención a lo que decía Marco Aurelio de aguantar las embestidas como un soldado y no ejecutar gráciles pasos como un bailarín e intentas combatir ese estado de ánimo. Y lo haces y entonces parece abrirse un hueco, un minúsculo punto de luz, como el punto de luz del experimento que nos enseñaron en secundaria para poder ver el arco iris sin tener que esperar a un día lluvioso y soleado; un punto que progresivamente se hace más grande y por el que va entrando el buen tiempo, las fresas con sabor a fresa, las sopas frías, los cuerpos calientes, el sol quemando dulcemente las capas más externas de la epidermis, la serenidad de después del sexo y el saber que has actuado como tenías que hacerlo, tal y como tenías que hacerlo. Lo has conseguido.

Hasta que tengas que volver a fajarte la próxima vez.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué razón tienes, querido Xavie. La más insignificante de las tonterías puede encapotar el cielo más radiante del ánimo. Ay.

Un besote. Cal.

La independiente dijo...

Gracias, querida Cal. Y espero que ese último ay no lo digas por ti. Espero.

Un beso

Sebastián Puig dijo...

Esa es precisamente mi estrategia, amigo Xavie. Pie firme, mandíbulas prietas y plantando cara a los bajones.

La independiente dijo...

Y la mía, y la mía, rythmduel.

Un abrazo,

Portarosa dijo...

Aprovechando la confianza, y que mi saldo aplausos/abucheos aquí es muy positivo, voy a ser Franco, Xavie, ¿puedo?:

Me ha encantado el texto, me parece que está muy muy bien. Excepto el último párrafo; no me convence, y la que menos, la última frase. ¿Por qué? Porque me parece forzado, como que se te nota la intención.

El elogio no pretende compensar la crítica (que espero no te moleste). Ambos son sinceros.

Un abrazo.

La independiente dijo...

Hola Porto,
En primer lugar, no hace falta que te justifiques para criticar mis textos. Donde va a parar. Y, además, aprecio tu opinión.

Si, por otra parte, en este blog se consiguieran puntos según las críticas positivas, canjeables por críticas negativas en el futuro (aunque fueran destructivas e hirientes, aunque fueran desagradables y te dejarán sumido en la depresión más absoluta), tú tendrías tantos cupones que podrías pasarte el próximo año y medio golpeándome el hígado sin piedad. :-D

Y lo bueno de este lugar (dondequiera que sea eso) es que aceptar una crítica es tan simple como hacer clic.

Espero que ahora te guste más. Me has hecho ver algo en lo que llevabas razón. El último párrafo es un pastiche y como decía Lobo Antunes, una frase bonita no pertenece al texto (que debe ser una máquina perfecta), pertenece a tu vanidad.

Espero que ahora te guste más.

Abrazo.

(Y por favor, no vuelvas a ser Franco ;-D )

Portarosa dijo...

Gracias, X.

Sí, me gusta más. El verbo fajar a mí me resulta un tanto ajeno, yo no lo usaría porque nunca en mi vida lo he usado (y porque me suena a boxeo), pero esto ya es distinto, es una cuestión más personal, no es lo de antes. Ahora sí me gusta.

La frase de Antunes, que creo le iba de maravilla a lo que has cambiado, me parece buenísima.

Un abrazo fuerte.

Anónimo dijo...

Fajarse, encajar, no queda otra. Y reírse. Esa también queda.

Beso.

(Lo de Porto, es claramente otra forma de entrenarte para encajar... ;D )