Aquel día caminaba yo por la playa y el día era lluvioso. Encontré una botella de vidrio verde, rota y suavizada por el mar, que brillaba como un rayo de esperanza en el rompiente de las olas. Estaba en un hueco de difícil acceso e imitando a los percebeiros, me jugué el tipo por recogerla. Cuando la toqué ocurrió lo habitual: la botella pareció llenarse de una niebla aún más verde y más densa, y de su interior surgió un genio con cara de pocos amigos (con las consabidas uñas largas y perilla recogida en una trencita, como si los genios no pudieran escapar de la imagen que tenemos de ellos gracias a Simbad el Marino y otras películas de serie B de los años sesenta) que me dijo: "Siento decirte que has tenido muy mala suerte. Yo no concedo deseos. Soy más bien una maldición condensada y almacenada al vacío, por lo que piensa bien lo que vas a contestar a mi pregunta".
Yo dije: "Glub".
Y él continuó: "Debes elegir el sentido que deseas perder. Ya sabes: vista, oido, olfato, gusto y tacto. Debes elegir el que después de este encuentro ya no podrás disfrutar. Piénsalo bien. Esto no es ni un sueño ni una broma. No te despertarás pensando qué tontería... Así que piénsalo bien". Y luego dijo: "Me encanta ser un genio verde. Se os queda una cara..."
Y yo, después de un rato meditándolo, pensé que podría muy bien prescindir del tacto porque, a fin de cuentas, si conservaba la vista no le encontraba yo mucha utilidad. Así que le contesté: "¿Puedo usar el comodín del público?" pero no pareció hacerle mucha gracia y claro, pensé que igual los genios de cuatro metros de altura a los que no queda más remedio que vestir como en las películas de cinemascope no tenían mucho sentido del humor, así que dije: "Prefiero perder el tacto. El tacto, si lo pienso, no me sirve para casi nada."
Y Él dijo: "Pues vale. Desde este momento, no tendrás el sentido del tacto. Ja."
Dos años después decidí entrar en un monasterio. La vida contemplativa es la única opción que te queda cuando el sexo desaparece de tu vida. Todavía se estará riendo el cabrón del genio. Mal rayo verde lo parta.
6 comentarios:
Me parto...
Muy bueno, fenómeno.
Gracias rythmduel,
No va a ser todo mirar como se llenan de óxido las ruinas industriales, ¿no?
Un abrazo,
Si es que... te lo tengo dicho, Xavie, te dicen tacto y piensas en las yemas de los dedos, en las yemas de los dedos. Y así no se puede.
Un abrazo.
Ya Porto, a buenas horas, mangas verdes...
De todas maneras, aquí en el monasterio no se está tan mal, no creas. Vida sana, mucha meditación, comida frugal y sentirse parte del proyecto divino.
Además, consigo libros prohibidos gracias a los turistas que alquilan celdas para descansar del estrés. Ya te digo que no se está tan mal.
Un abrazo,
Xavie
Estoy seguro.
Aunque también estoy seguro de que echarás alguna que otra cosa de menos...
Un abrazo muy fuerte.
Sí, echo de menos alguna otra cosa (poca cosa) pero nada hay como la meditación para superar la llamada salvaje del cuerpo.
Ya te digo que aquí se está en la gloria.
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