Extrañamente, todas esas casas iguales, habitadas por personajes parecidos, de los que nadie advertiría que han sido suplantados por réplicas extraterrestres surgidas de vainas gigantes (es un decir) han aparecido a primeros de año sin puertas ni ventanas. Los familiares de los dueños continúan la búsqueda de sus personas queridas, pero las autoridades se temen lo peor.
Cuando una excavadora contratada por el ayuntamiento ha abierto un boquete por el que intentar rescatar a los habitantes de la primera casa de la urbanización más cara de toda la ciudad, sólo han hallado ceniza en suspensión y luciérnagas.
Las luciérnagas han huido por el hueco recién abierto, por lo que no se ha podido comprobar que formaran el letrero: “Feliz año nuevo”, tal y como afirmaba una y otra vez el obrero que pasó por el hueco en primer lugar.
Que además, insiste en decir que, por mucho que se lave, la ceniza no se le va del cabello.
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