He encontrado una pareja coreana que proclamaba orgullosa su amor, deslumbrados aún después de seis meses. Sin ningún pudor, diciéndose cosas en público tan íntimas que sonrojan más por lo que tienen de verdaderas que por lo que tienen de cursis.
He encontrado sexo, fotografías de mujeres desnudas.
He encontrado una chica norteamericana con rasgos asiáticos con una página preciosa, con cuadros grises que enmarcaban fotografías en blanco y negro. Con textos delicados y medidos.
He encontrado una chica malaya que se dolía de que la mujer de su jefe, al que apreciaba mucho, había muerto de cáncer, dejándole una mancha negra dentro.
He encontrado la página de una candidata australiana a unas elecciones.
He encontrado páginas noruegas y surcoreanas en las que me ha resultado imposible distinguir algo más allá de los números.
He encontrado páginas brasileñas especializas en arte muralista, páginas de resistentes antisistema franceses, de solitarios gordos norteamericanos con crisis de ansiedad, de cursis adolescentes melancólicos.
Aquí, en la Red, he encontrado humanidad.
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