Acabo de recordar la historia de un africano descendiente de españoles, administrador de una biblioteca que se ha mantenido unida durante cientos de años. Desperdigada por África, resistiendo a los traficantes de los libros de viejo. Buscar y ampliar.
Ampliado. Su nombre es Ismael Diadié, descendiente de toledanos del siglo XV, su familia ha conseguido mantener la biblioteca unida durante cinco siglos, y, lo que es aún más sorprendente, en África.
Descubro que ha conseguido habilitar un edificio en Tombuctú (qué resonancia misteriosa tiene este nombre) para conservar la biblioteca.
Lo mejor es que ha escrito un libro junto con Manuel Pimentel (ex ministro de trabajo con el PP, dimitió por el trato que el gobierno pretendía dar a los inmigrantes, andaluz, novelista, no sé si bueno y ahora glosador de anécdotas sabrosas) que se llama “Los Otros Españoles. Los manuscritos de Tombuctú: Andalusíes en el Níger” que paso a buscar.
Lo encuentro. Ediciones Martínez Roca (no me suena, supongo que será una editorial pequeñita). Veremos. Consulto su página web y tengo que confesar que no me da buena espina: templarios y masones y un libro de Hernán Migoya, el autor efímero, arrastrado a la fama por la publicación de un libro en el que (es de suponer que de forma sarcástica, claro; no sé, no lo he leído) se elogia a los violadores y a los maltratadores y se afirma que todas las mujeres son igual de putas. No me gusta. Creo que voy a buscar más referencias de la editorial. Voy a los suplementos culturales. Ahora vuelvo.
Cuatro referencias en Babelia: la primera, de una biografía de Juan Pablo II, mal vamos; la segunda es mucho mejor, Naguib Mahfuz, premio Nóbel egipcio en 1988, todas sus obras son de esta editorial; la tercera repite el nombre del egipcio y la cuarta el nombre del difunto papa. Descubro un pequeño logotipo en el extremo inferior derecho de la página web: la editorial pertenece al Grupo Planeta.
Bien, aunque no estoy convencido del todo, busco el libro en la Casa del Libro, para ir a comprarlo hoy si tengo un rato. En el caso de que la prosa no me guste, conseguiré igualmente datos para documentar la historia. Aunque de seguro que Ortega se revolvería en su tumba al oír que alguien llama a los andalusíes españoles. El libro está. 350 páginas. 17 euros. No debo tardar más de dos días en leerlo. Exámenes.
Como ocurre siempre con estos devaneos virtuales, una cosa me lleva a otra. De Ismael Diadié, a Naguib Mahfuz. De Mali a Egipto.
He terminado el libro. El estilo no es maravilloso, pero la historia es ciertamente curiosa. Sobre todo para un andaluz. Como nuestra Historia (tal y como ocurre con todas la historias nacionales) ha sido convenientemente depurada de personajes ajenos a la ideología oficial, no hemos llegado a conocer las hazañas de los andaluces renegados y moriscos. Gran pérdida.
Lo dijo con más autoridad Luis Cernuda en 1935, como se puede leer a comienzos del libro: “Pero si Italia pretende continuar la tradición romana, es España la tradición árabe ha sido casi olvidada. Pocos son quienes recuerdan o quienes conocen a los poetas y filósofos, a los artistas árabes españoles. Y sin embargo son nuestros, tanto como los de tradición castellana”
Personajes como Es-Saheli, el poeta arquitecto, creador de la arquitectura sudanesa, tan representativa de África o Alí Ben Ziyad, el último godo convertido al Islam y miembro de una familia importante en Tombuctú no nos dicen nada. Gran pérdida.
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