No entiendo por qué los críticos de arte, los redactores de catálogos y los catedráticos de Estética forman parte de esa conjura internacional para oscurecer el significado de las palabras. Y si no, qué me dicen de esto: “Entre la metafísica de lo concreto y el simulacro presentes en la figuración contemporánea hasta los últimos desarrollos de la realidad aumentada, superponiendo a la representación de lo dado la virtualidad de lo creado, encontramos el espectro de variables que articulan hoy el lugar del paisajismo.”, extraído del comentario a alguno de los actos culturales del Sónar barcelonés.
Veamos. Poco a poco. “La metafísica de lo concreto”. Parece que la acepción del diccionario que mejor se ajusta a esta expresión es “Parte de la filosofía que trata del ser en cuanto tal, y de sus propiedades, principios y causas primeras.”. Por tanto, tendríamos que suponer que la figuración contemporánea es una corriente que se ocupa de las propiedades, principios y causas primeras del ser de lo concreto, entre otras cosas, claro. Pues vale. Concienzudamente ignoro lo de la disyuntiva entre la metafísica de lo concreto y el simulacro. Que no, vamos.
“Los últimos desarrollos de la realidad aumentada”. Esto también tiene su miga. La realidad aumentada. Supongo que se refiere al hecho de que las representaciones de la realidad la aumentan en cierta manera. Terminología de los mundos virtuales. Cuando, en realidad, las imágenes y representaciones de la realidad siempre han existido y siempre la han aumentado. ¿Qué es si no la constelación de la literatura?. ¿Aquello que decía un profesor mío de que leyendo uno puede tener los amigos que quiera, independientemente de si están muertos o no?. ¿Qué hay de los personajes sólo inexistentes en la realidad?. ¡Ay!, si Bartleby levantara la cabeza.
Y no sigo. Que me pierdo.
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