viernes, junio 13, 2008

Persianas

A través del cristal se puede distinguir una silueta. Hay alguien mirando y su figura se recorta contra la luz del cuarto. Si fuéramos nosotros los que observáramos ocultos tras la ventana tendríamos una imagen nítida de la ventana del vecino y, enmarcada en esa ventana, podríamos ver a una pareja follando. Todos los martes y un jueves de cada dos, una pareja se despoja de la ropa, se muerde, se acaricia, se agarra y se revuelca en el sofá que hay en el centro del salón, justo detrás de la ventana sin cortinas. Todos los martes y un jueves de cada dos, el observador pone una silla cómoda en el balcón, corre la cortina y se pone a disfrutar del espectáculo.

Hace mucho tiempo que el mirón no está con una mujer. Cuando ya no puede aguantar más, va al puticlub en el que trabaja una vieja conocida. Pero no puede permitírselo muy a menudo. Su pensión no le da para mucho y, a pesar de vivir en un piso de renta antigua, no puede pagarse una puta cada vez que le apetezca. Un hombre debe aprender a controlarse cuando llega a cierta edad. En eso todo el mundo parece estar de acuerdo. El hecho de que el deseo no disminuya con los años, que solo sea el cuerpo el que ya no responda, no parece tener importancia para los demás, claro. Pero gracias al vecino generoso, que no tiene cortinas y que tiene el detalle de cambiar de pareja a menudo, sus semanas pasan ahora más amables.

Lo que el mirón no sabe es que no está solo. Hay otros cuatro vecinos con una buena perspectiva de la ventana que también conocen la costumbre de los martes y los jueves alternos. Otros cuatro vecinos, ya jubilados, con su mismo deseo insatisfecho, su misma silla cómoda, su mismo piso de renta antigua y su misma nostalgia por el calor de la sangre que él. Vecinos a los que el mirón saluda por la calle porque llevan viviendo en el barrio tanto tiempo como él. Vecinos a los que, de hecho, nunca se atrevería a hacer ningún comentario aunque supiera que todos ellos comparten la afición a mirar por esa ventana. Esas cosas pertenecen a la intimidad de cada uno y él es un hombre educado en valores que ya han pasado de moda.

Los empleados municipales que encontrarán el cadáver dentro de unos días intercambiarán más de una mirada de inteligencia entre ellos. Los cadáveres en general siempre están despojados de dignidad pero hay ocasiones en los que eso es aún más evidente. Esta será una de ellas. Habrán encontrado al anciano con los pantalones en el suelo, sentado en una silla, con su miembro flácido (rígido al fin, gracias al rigor mortis) en la mano, con los ojos muy abiertos fijos en la ventana. Todos estarán de acuerdo en que se tratará de un infarto. Con esa edad, la muerte puede sobrevenir en cualquier momento.

En esa misma semana, los empleados municipales encontrarán cuatro cadáveres más en una situación parecida. Todos ancianos a los que la muerte habrá sorprendido masturbándose mientras miraban con atención a través de la ventana. Algunos se ocultaban detrás de una cortina, otros parecían observar por agujeros estratégicamente realizados en las persianas, pero todos miraban hacia el mismo lugar. Todos miraban la misma ventana de la tercera planta del número 7 de esa calle. Después de realizar la autopsia —autorizada por el juez por el número de muertes en circunstancias parecidas— comprobarán además que los fallecimientos se han producido el mismo día y aproximadamente a la misma hora.

Todos los ancianos habrán muerto a la vez el martes 18 del mes en curso, a las 11.30 de la noche, más o menos. Los encargados del caso no acaban de explicarse el suceso y siguen investigando. A los forenses tampoco se les ha pasado por alto la expresión de placidez de los ancianos en el momento de su muerte. Como si hubieran muerto de felicidad.

13 comentarios:

NáN dijo...

Hermosa caja de regalo para que cada uno ponga dentro el que quiere recibir.

ETDN dijo...

Lo de mirar con la persiana bajada (¿?) me recuerda a las pelis porno codificadas del canal plus, intentando ver algo entre las rayitas de la pantalla.

El final un poco forzado (¿todos los viejos mirando a la misma hora y masturbándose?), pero sugerente. El lector se queda con la intriga y,como apunta Nán, se imagina cualquier cosa.

pd.- ¿qué es besar "profundamente"?, jaja, se entiende y no es incorrecto, pero a mi me suena a ese tipo de asociaciones de palabras automáticas que caen en el tópico. Y tú nos tienes acostumbrados a un mayor nivel.

Joder, parezco Risto Mejode, "venga de criticar", es que tengo la noche un poco tiquis-miquis... ;)

bss

La independiente dijo...

Hola Nan,
No entiendo bien el comentario pero supongo que te ha gustado el texto.

Hola ETDN,
Lo de mirar con la ventana bajada lo he arreglado. Alguno de los ancianos sigue mirando por las rendijas pero el protagonista lo hace detrás de las cortinas. De todas maneras, es importante que la pareja que practica el sexo no sepa que la están mirando, de ahí la impresión de película porno codificada del canal plus. :-D

No sé si el final está forzado pero la idea era justo esa. ¿Qué práctica sexual habrá puesto en juego la pareja que ha matado de un infarto a todos los viejos a la vez?

Eliminado "besar profundamente". Esa te la compro.

Gracias por los comentarios, a ver si ahora te gusta más el texto.

Abrazo y beso,
X.

NáN dijo...

pues sí, me ha gustado.

AROAMD dijo...

jo-der

comentaba yo con alguien que vive por aquí cerquita, de este espacio donde estoy últimamente, y de este ciberespacio donde estamos últimamente,... que qué bien se te reconoce en la forma de escribir.
Será que tienes un estilo.
Me ha gustado, pero eso, joder, qué sensación agria en la garganta o en quién sabe dónde. Pero, qué sensación.
Te lo firmo como diría Conde Duque...
una fan

La independiente dijo...

Gracias nan,
Me parecía que te había gustado pero no sabía si apostabas por el texto para algo más (como el inicio de algo colectivo, por ejemplo :-D)

Aroa,
¿Quién será ese que dices? ¿Uno que vive en el palacete? :-D
Pues no sé si tengo un estilo, la verdad. Llevo tres años con el blog y supongo que al final uno acaba escribiendo con ciertas manías (los paréntesis para una segunda voz, el narrador como miembro del relato, las estampas fragmentarias) y tocando ciertos temas recurrentes (el paso del tiempo, la madurez, la muerte, la estupefacción, la soledad...) que igual sí que son un estilo.

Pero, ¿quién sabe?

Un beso,
X.

Portarosa dijo...

A mí me ha gustado de verdad, X.

Sólo te pongo un pero, para que no te confíes: la última frase. Me parece forzado, eso de la sonrisa unánime; claro que es algo tan subjetivo...

Un abrazo.

La independiente dijo...

Ok, Porto.
Lo de la sonrisa unánime quizá sea un poco forzado. A ver si lo mejoramos.

Un abrazo,
X.

La independiente dijo...

¿Qué tal ahora Porto? ¿Mejor?

Abrazo,
X.

Portarosa dijo...

Pues para mí sigue sobrando lo de los forenses y la felicidad. Al fin y al cabo, se sabe en qué circunstancias fueron las muertes (aunque no la causa común).

¡Oye, pero pasa de mí, coño, no me hagas caso!

Portarosa dijo...

(Vamos, que no creo que ese pastel necesite ninguna guinda ahí al final.)

La independiente dijo...

Pues yo creo que la guinda sí que es importante.
Si han muerto a la vez de la impresión puede deberse a haber visto algo muy desagradable. No sé, sadomasoquismo extremo, por ejemplo.

Si han muerto con cara de felicidad, tal vez la chica los ha visto y les ha dedicado un numerito especial ¿no?

Y ya paso de ti, no te preocupes...

Abrazo,
X.

Portarosa dijo...

Pues (aparte ya de tu relato) yo creo que es un error muy común en los escritores de relatos (creo que ya habíamos hablado de esto) el querer acabar con un colofón-guinda que cierre todo.
Y tengo la impresión de que, por ejemplo, los norteamericanos no lo hacen. Los grandes, quiero decir.
Ellos te enseñan un trozo de algo, y en él ya ves todo. Pero es un trozo, sin nudo y desenlace ni ale-hop final.

Un abrazo.