viernes, abril 01, 2011

Lesbiana

Tengo pinta de lesbiana desde los trece años. Tuvieron que pasar tres más hasta que mi madre se atrevió a preguntarme si me gustaban las chicas. Le dije que no, que siempre me habían gustado los chicos y que el pelo corto, los pantalones y los juegos de niños que siempre había preferido se debían a que tengo dos hermanos mayores. Además, prefiero la compañía de los hombres, mejor el trato directo del que hacen gala a la falsa untuosidad de algunas mujeres.
Durante mucho tiempo no gusté ni a unos ni a otras. También tuve que rechazar muchas proposiciones de mujeres durante mi primera juventud. Pero nunca he estado con ninguna mujer y nunca estaré con ninguna. No me gustan sexualmente. Me sé la teoría, preferida por la mayoría de mis amigas lesbianas, de que todos somos bisexuales, especialmente las chicas. Yo no. Mi amiga Rita tampoco. Me ponen los tíos. Bueno, tal vez debiera decir que me ponen algunos tíos. En esto no creo ser diferente de otras mujeres, la verdad.
Lo que sí creo es que hay muchas mujeres que acaban teniendo una relación con otra mujer porque están más acostumbradas que los hombres a la intimidad física y, en muchas ocasiones, necesitan una amistad verdadera aunque ello suponga mantener relaciones sexuales. Me parece bien, que conste, no tengo nada que decir al respecto, solo que yo no soy así.
No me gustan las etiquetas, no creo que se pueda caracterizar a nadie por sus preferencias sexuales, ni creo en los estereotipos, pero a mí no me gustan las chicas. Creo que ya lo he dicho.
La mayoría de los hombres a los que gusto no se atreve a intentarlo, tal vez se deba a que se sienten cohibidos o a que tengo pinta de borde, qué se yo. Podría transigir e intentar ampliar mi público pero la verdad es que la mayoría de los hombres son gilipollas, así que, como comprenderéis, tampoco me merece la pena el esfuerzo, algo que no acabo de comprender de muchas de las de mi sexo. Critican sin piedad a los hombres, como un todo, y pierden gran parte de su tiempo intentando agradarles.
A los mismos idiotas que se comportan como adolescentes eternos, a los mismos niños que presumen en público de conquistas, a los mismos machos llenos de inseguridad que no se atreven a reconocer que todos nososotros buscamos lo mismo cuando nos vamos con alguien a la cama por primera (y tal vez única) vez: que nos quieran un poco, que nos acompañen un rato, que el consuelo de la carne acalle por un momento el ruido de fondo que amenaza con anegarlo todo.

No sé a vosotros. A mí todo esto me parece bastante simple. No sé porque tengo que estar explicándolo siempre.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy hombre y quisiera puntualizar que dices algo incorrecto: "la mayoría de los hombres son gilipollas".

No es así.



La inmensa mayoría de los hombres son gilipollas.

RH dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
rh dijo...

Salió anónimo por error. Lo siento.

J. G. dijo...

más o menos, sí

Xavie dijo...

Hola J.G.
¿Más o menos sí?, ¿el qué?, ¿que la mayoría de los hombres son tontos, que la mayoría de las mujeres pierden el tiempo intentando agradar un sexo al que suelen despreciar?, ¿que las preferencias sexuales no tienen importancia? :-)

Un saludo,
X.