Lo malo de pasar de los treinta años es que tienes la edad de los que salen en televisión y son ellos los que salen en televisión y tú no. Tú sigues intentándolo y confiesas a los amigos que eres escritor o director o actor, justo antes de apurar la última copa o justo antes de meterte la penúltima raya o justo antes de cerrar el último garito abierto todos los martes. Te levantas después con resaca y te quejas del injusto destino que te mantiene atado a un trabajo que, aunque te permite pagar las facturas, cercena de raíz tu visión poética del mundo y es por ese cochino trabajo que tienes que salir a buscar estímulos, que tienes que beber unas copas todos los días y conversar con gente a la que, por mucho que lo intente, le pasa como a ti, que no sabe como entrar al centro del éxito desde su periferia, que no sabe como pasar de ser el chico que conoce a alguien con talento y famoso a ser ese que tiene talento y es famoso. El que sale en televisión.
Lo malo de pasar de los treinta años es que te sabes de memoria los nombres de los escritores, los músicos, los artistas que triunfaron antes de los veinticinco y se te aparecen en sueños, en largas listas que siempre son la misma y que retumban en tu cabeza con insistencia hasta que te duermes. Y en esos momentos de duermevela el mundo se te aparece con una plenitud de la que carece en la vigilia, y está esperando tu última obra, tu novela, o tu corto o tu cuadro, porque el mundo no sabe lo que se está perdiendo y entonces puedes contemplarte a ti mismo firmando ejemplares en la Feria del libro, sonriente, afeitado y guapo, preguntando a la gente que cómo se llaman y escribiendo dedicatorias ingeniosas. En la duermevela aparece el mundo tal y como debería ser y no como es. El mundo en el que no sales en televisión.
Lo malo no es pasar de los treinta años. Lo malo es pasar de los treinta años sin dejar de quejarte de lo injusto que es el mundo, sin haber entendido que al mundo le importas un carajo.
8 comentarios:
Muy bueno.
Quizás habrá que añadir: "y de los cuarenta.. y de los cincuenta...".
Quizás no. No hará falta.
Y que la lista no es siempre la misma, que cada año se suma gente a la que el contador propio hace cada vez más jóvenes y cada vez más insultantes.
No dejemos de quejarnos y de querernos ;-)
Sí, la verdad es que eso es lo malo de ir cumpliendo años. Ya lo decís vosotros. Y encima la lista cada vez es más larga... :-)
Divina,
No pasa nada. No nos quejamos. Era solo el retrato de cierto tipo de persona que se da por estos lares.
Abrazos y beso,
X.
Quietos paraos, que esto es una ola que sube, pero después baja.
Al llegar a los sesenta, te la suda todo eso.
Nano,
Era un texto que pretendía ser irónico. Vamos, que no es una cosa que a Xavie le preocupe mucho. Supongo que algo sí, pero mucho, desde luego que no.
Un beso,
X.
¿estás hablando de Xavie en tercera persona?
ay, las generalidades generacionales
siempre en vanguardia
Señorita Aroa,
Xavie, como dijo Flaubert, soy yo. :-)
Pero también es otro. De ahí la tercera persona.
Por cierto, hablo de él en el comentario. No en el texto. Que quede claro. :-P
Beso,
X.
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